Gracias, totales

Gracias, totales

Letras y Memorias

Hace ya un buen rato, una aventura inició no sólo en estas memorias o letras, sino en las murallas de un castillo de color sutil que abrió sus puertas a quien hoy les escribe.

Con todo el ánimo del mundo, los pies atravesaron ese portón custodiado en aquel día por don Lalo, vigilante de la redacción y amigo de quienes salen de vez en vez a fumar con él, o a compartir anécdotas y chistes en los ratos de tiempo libre.

Sumado a ese semblante medio serio, llegó el momento de hacer papeleo y conocer al jefe, un buen sujeto que revisando a detalle el currículum, dio la bienvenida a un joven inexperto, pero dispuesto a aprender. Así, con el poli Lalo y un saludo del señor Martín, fue que inició el viaje que hace unos días, llegó a su fin, o a su pausa, como el destino lo quiera ver. 

Karla y Luis Carlos me mostraron el escritorio donde iba a desempeñarme, y en una primera noche luego del descanso por el Día del Trabajo, me uní a esa hermandad, cuya misión era, siempre, escribir La Historia de Cada Día. Naturalmente conocí a más personas, todas ellas con sueños, pasados y anhelos propios de quienes rondan en los veintitantos o los treinta y algos, todos camaradas de letras, notas, copas o cigarros. 

Cuando llegué a ese castillo de amarillas murallas y pinos clavados resguardando la fuente, había más personas de las que hoy quedan; Julio, Diana y Manuel eran los encargados de armar el rompecabezas diario, y de manera particular, el joven Manuel tiene mi gratitud y respeto, pues todo lo que a la postre supe sobre ser un editor, lo aprendí en buena medida con él. 

La primera línea informativa estaba compuesta por Oscar, Anita, Consuelo, Beto y Carlos, y aunque unos se fueron, otros más llegaron para plasmar su particular visión de la ciudad en las páginas de nuestro diario. Las fotos corrían a cargo de Ale y Damián, y posteriormente fue Brenda quien inundó de escenas brillantes las planas coloridas del periódico. 

Los cigarros los compartía con Lalo, el delgado y barbado sujeto… Ese espacio, junto a la banca y cerca de la fuente que tanto disfruta ver el señor Javier, era el punto de reunión cuando los periodistas pedían un tiempo fuera, tiempo al que se unían Mabel, Vianey y el buen Armando. Con el paso de los meses, Mabel nos dejó pero Emmanuel llegó, gran tipo, muy apreciado amigo hasta el día de hoy. La espera de mi turno de salida, siempre fue amena gracias a la compañía de Lau, a quien, a pesar de la distancia, le sigo amando y agradeciendo por los cafés que dejaba en mi escritorio y las canciones que me mostraba en los tiempos libres. 

Abajo, con los reporteros, salieron “de cambio” Luis Carlos y Consuelo, pero permaneció esa trinidad que dejaba relatos los domingos para balancear la carga informativa; después llegó Kari y las crónicas cobraron otro color. 

Algunos de los veteranos, como Rubén o Cristóbal, de vez en cuando se adherían a esa ola juvenil que tenía nuestra redacción, ola que cobraba frescura gracias al gusto, el placer, el agasajo, que ponía en el ambiente el vozarrón de Toño. 

Y es que, ver caras llegar y otras irse, resulta complicado cuando el mundo sigue su marcha, cuando la vida pasa y nadie se escapa de ello. Es por eso que estas líneas de este párrafo, en este texto, van dedicadas a la gente que estuvo y se fue, que aguantó hasta donde el espíritu permitió, y “voló”. De todos ellos, se aprende siempre algo. 

La vida fue muy noble cuando permitió que a esas murallas que sentía mías, llegaran las ocurrencias de Martín en días de cierre, las fotos y compañía de la señorita Aylin, y las anécdotas trágicas de Dulce, la reina de los apodos en la oficina. La vida fue igualmente noble cuando doña Moni decidió apoyarme a cuidar de mis plantas agonizantes, y cuando a modo de cotorreo, el señor Javier  y yo discutimos sobre música y medio hablábamos las frases que recordaba de mis lecciones de alemán. 

Vaya que, ahora que lo pienso, los últimos cuatro años y siete meses, fueron una montaña rusa, una de esas donde incluso las bajadas prolongadas que se sienten mortales, llenan el cuerpo de vida, de alegría. Este último tiempo acá, con ellos, con ustedes, significó tanto que temo justo ahora, olvidar algún detalle o recuerdo, así que apelo a la memoria inmediata para atesorar los rostros que hoy quedan, las voces de todos, los chistes y la tensión de un cierre de edición, de los cambios a medianoche, y de las jornadas electorales en donde entramos animosos, y salimos muertos pero triunfantes. 

Hoy, mi particular ciclo acaba aquí, pero gracias a las manos y mentes maravillosas de quienes permanecen, usted podrá ser parte de la historia que se escribe a diario, de aquello que sucede y se mantiene. 

Gracias totales a los señores Peralta por su confianza y respaldo; a mis compañeros editores, a Oscar y Ana; gracias a Lalo, Ale y Dulce, los famosos CPDs, gracias a Aylin por los consejos y fotografías; gracias a Mike por compartirme cigarros y una buena charla; gracias a Ruben, Cristóbal y Toño; a Tania, Eli, Maty y Ale; gracias a quienes diseñaron mis portadas y reportajes, gracias a quienes cuidaron de los accesos y salidas, gracias a doña Moni por los viernes de garnachas… gracias a ustedes por aceptar este espacio. Hoy me despido de mi casa, pero no de sus páginas, porque las letras no terminan, y habremos de buscar cómo crear nuevas memorias.

¡Hasta pronto!

Postdata: Deseo que este cierre de año sea esperanzador y luminoso para todas y todos ustedes, y deseo aún más que el año entrante, llegue cargado de bendiciones para sus corazones y hogares. 

Mi Twitter: @CamaradaEslava

Mi correo electrónico: osmareslava@plazajuarez.mx/historico/historico

Related posts