Todo lo que se compra: se paga

Todo lo que se compra: se paga

Laguna de Voces

Una vez al año las tiendas, los grandes almacenes, se convierten en un escenario democrático, donde casi todos (nunca serán todos) tienen la oportunidad de comprar al grito de: solo se vive una vez, nunca habrá suficiente dinero para no deber, y el más socorrido de Dios proveerá.

Cada cual hace lo que puede en esta forma extraña pero constante, de hacer públicos sus sentimientos espirituales a través de la compra, hacer crecer las deudas en la tarjeta de crédito, y también las cadenas que unen hasta la eternidad a un empresario miserable que cobra en abonos chiquitos, y de pilón le mienta la madre a los que se atreven a criticarlo en su cuenta de twitter.

Cada año se observa lo mismo, y no por eso deja de ser una historia que nos atrae, porque después de todo la vida es así en las ciudades, elección para vivir hasta hacernos viejos y no saber por qué nos negamos a salir del eterno laberinto en que nos encerramos.

Pero comprar sirve para creer por unas horas exactas, que ganamos el derecho a ser como los demás, a eternizar nuestro encarcelamiento en la bóveda de los que gustosos nos hacen ofertas que nunca lo son.

Queda, sin embargo, la profunda confianza en que el año entrante podremos hacer lo mismo (comprar) sin tanto endemoniado sufrimiento.

De todos modos: nadie nos quita lo bailado; aunque tampoco nadie el sufrimiento, porque aquí sí: todo lo que se hace (se compra), se paga.

Mil gracias. Hasta mañana.


jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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