Háblele. No le mande mensaje por whats

Háblele. No le mande mensaje por whats

Laguna de Voces

Antes que la fiebre del internet invadiera nuestras vidas, llamar por teléfono cuando menos una vez a la semana a los parientes, era una costumbre que dejaba constancia clara y fehaciente de que las dos personas al extremo de cada línea estaban vivas, pero que además hacían una pausa en sus actividades, cualquiera que estas fueran, para hablar.

Porque difícilmente aceptaríamos que nos dejaran colgados por más de tres minutos, y todavía peor si esto obedeciera a que atienden otra llamada, o muchas llamadas. Se trataba, en esa época, de un simple gesto de buena educación que en la mayoría de los casos era respetado.

Resultaba un gusto enorme marcarle a la tía que reinventaba el mundo a partir de sus palabras, y no solo el mundo del presente sino el del pasado, en el que fuimos niños. De pronto descubríamos a partir de esas pláticas, que después de todo nos distinguimos en la infancia por ser sinceramente agradables a las personas que gustaban hacernos reír.

Todavía más feliz el encuentro con los padres y los hermanos.

Hoy, es cierto, los medios para comunicarnos se han multiplicado a la N potencia, y no hay lugar en el planeta desde no podamos mandar un whats, o compartamos una fotografía, un pensamiento en el instagram o el feis.

Somos seres de la modernidad absoluta, pero también de la soledad absoluta.

Mi maestro de Teoría de la Comunicación, Jesús Pavlo Tenorio de la Septién, nos insistía en esas épocas que lo mas moderno era traer un walkman y audífonos, que le preocupaba sinceramente la saturación de aparentes sistemas de enlace entre los seres humanos, porque el resultado empezaba a ser todo lo contrario.

“Si suben al metro descubrirán que cada vez son más los que se hacen ajenos a los demás con sus audífonos y el tocacintas en la mano. A todos nos dicen que no quieren saber nada de nosotros, que así están bien, que cada quien sus problemas o alegrías, pero que no lo molesten, no lo fastidien”.

Tamaña sorpresa se llevaría el profesor Tenorio si hoy viera de plano a todos, sin excepción, con un aparatito en la mano que nada más por costumbre se le llama teléfono celular, pero que en términos concretos ya no cumple esa función para la que fue inventado, que era hablar.

Resulta que estamos pero no estamos donde estamos, y que conste no es un juego tonto de palabras, aunque pudiera serlo. 

Nos “comunicamos” con personas que están en otro estado de la República, en otro país, casi en otro planeta como nosotros. Incluso con algunos que ni conocemos, pero que atendemos con diligencia.

Recibimos mensajes de las decenas de grupos del whats en que nos apuntamos o nos apuntaron, y repetimos el mensaje del “hola” casi como un trabajo que de pronto nos cayó del cielo.

Sin embargo nos sentimos solos, y con todo eso tampoco hablamos, y hablar es articular palabras. 

Mucha tecnología y somos unos solitarios que cuentan sus contactos en el whats en miles, pero que a la hora buena pocos o ninguno se dignan a marcar el número, desde el que responderemos con tanta esperanza como los que fueron abandonados en una tumba, eso sí con un celular y tiempo aire hasta que les dure el oxígeno.

Y lo cierto es que cada vez hay más habitantes del planeta que ven agotado el aire en el pequeño espacio que ocupan, del que solo salen a través de las redes donde pegan y ponen lo que sueñan, pero nunca lo que en términos reales pueden hacer.

Un día cualquiera olvidamos el valor preciso de pronunciar el nombre de las personas que amamos, y un día cualquiera también desaparecimos junto con ellos.

Sin embargo, todavía, estoy seguro, hay tiempo para que se presente ante todos, el rito mágico de la palabra que logra dar vida a quienes considerábamos muertos. Y en estos días, por qué no, en lugar de mandar un whats, le hable usted por teléfono a quien seguro espera escuchar una voz en ese viejo aparato de casa, o en ese modernísimo celular nunca usado para hablar.

Además, ya casi es Navidad.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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