
El pasado miércoles por la madrugada, en Tlaxcala, falleció el escultor mexicano Federico Silva, a los 99 años.
Silva nació en la Ciudad de México, el 16 de septiembre de 1923. Estudió medicina, veterinaria, derecho y antropología.
Silva comenzó su carrera a pasos agigantados, fue ayudante de nada más y nada menos que de David Alfaro Siqueiros. La “pasantía” la obtuvo a través de una invitación del propio muralista. En el primer trabajo que participó fue el mural “Nueva Democracia”, que se encuentra en el Palacio de Bellas Artes, recinto donde hoy inauguraría su exposición retrospectiva, pero que la fiesta de júbilo ahora se convierte en un homenaje fúnebre. También pintó en los paneles de “Víctimas de la guerra” y “Víctima del fascismo”.
“En la obra de este artista, la más vital de todas las de los artistas de su generación y de la generación inmediata anterior, hay impulso monumental y heroico, ‘punch’ plástico, enorme inquietud técnica esencial y muy poderosa dramaticidad humana”, escribiría Siqueiros sobre Silva, informa Luis Ignacio Sáinz, especialista.
Su conexión con Siqueiros lo llevó a tener contacto con Diego Rivera, Leopoldo Méndez, Pablo O`Higgins y el escritor José Revueltas.
En 1946 expuso de forma individual por primera vez en la Galería de Arte Mexicano invitado por su fundadora, Inés Amor, quien también fue una destacada galerista y promotora de arte moderno mexicano.
Silva también tuvo su etapa como muralista. Sus primeros trabajos que hizo en solitario se pueden ver en la Escuela Normal de Maestros (1949), la Escuela Margarita Maza de Juárez (1950) o el Instituto Politécnico Nacional (1953). “Pinto en libertad y con alegría”, declararía en aquella época, informa el Museo Federico Silva, recinto creado en su honor, que se inauguró en 2003 y alberga cerca de 70 obras del escultor.
En los 60, viajaría a Europa para adentrarse en el arte cinético y Op-Art.
En 1985, estableció su taller y vivienda en la antigua fábrica textil “La Estrella” en Amaxac de Guerrero, Tlaxcala.
Su labor como investigador en la Coordinación de Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) derivó en cinco libros que escribió: “Federico Silva” (1977), “La Escultura y Otros Menesteres” (1985), “Viaje del Nahual de Tonacacíhuatl” (1989) y “México por Tacuba, Relatos Autobiográficos” (2000). También escribió “Cuadernos de Amaxac”, 2006; “Papel, tijeras y escultura”, 2009, y “Dos x Tres: Crónica”, 2010.
Apenas el 8 de noviembre de 2022, el Congreso de Tlaxcala lo había declarado “creador emérito en el arte contemporáneo nacional”.