Ayer 28 de noviembre de 2022, la radio estatal sufrió el golpe más fuerte que jamás haya resentido, a las 12 P.M. en punto dejó de funcionar, se bajó el switch, gracias a una torpeza, a que no se renovaron los permisos. La voz de la radio estatal quedó silenciada.
Cuando este martes intentes conectarte con 98.1 FM sólo se escuchará ruido, porque la programación desapareció. Salen del aire las estaciones de Actopan, San Bartolo Tutotepec, Tula de Allende, Jacala, Tepeapulco, Tlanchinol, Huichapan, Ixmiquilpan, Pachuca.
Se van más de 30 años de salir diariamente al aire, de ser, como señalaban algunos radioescuchas el acompañamiento diario con información, cultura y música.
Ayer también, Adalberto y Javier Peralta dijeron adiós al noticiero Al Aire, luego de más de 21 años de permanecer junto al público para dar información verídica. Adalberto insistió que se pierde en general la principal radiodifusora de Hidalgo y con ello la posibilidad de llevar contenidos de toda índole que servían a los hidalguenses. Señaló por ejemplo que en la pandemia 98.1 FM sirvió de forma invaluable para avisar, advertir y recomendar a la población de la mejor manera de prevenirse contra el contagio del Covid 19, pero también se informó de las vacunas, lugares y horarios donde ponerlas.
En las catástrofes, la radio de Hidalgo fue indispensable para informar y para que el gobierno emitiera sus avisos, sus recomendaciones y muchas veces se salvaron vidas humanas por el trabajo oportuno de la radio.
Javier Peralta apuntó que en Al Aire la única regla fue no discriminar a nadie y dar cabida a todas las expresiones políticas y sociales para que la gente tuviera un abanico de conceptos, de expresiones. Sólo se cuidó que los invitados y entrevistados se expresaran sin palabras altisonantes, pero con toda libertad.
Adalberto y Javier Peralta dieron las gracias a todos los colaboradores, a los reporteros Oscar Pérez, Ana Luisa Vega, Jorge Carrasco, Martín Peralta, el productor Gerardo Islas, Miguel Angel Serna Alcántara, Pablo Vargas, Román Hernández Genis, Lalo Garza, Toño Monroy, Arturo Hernández y a todos quienes colaboraron, pero sobre todo al auditorio leal y amistoso.
En la cabina se colocó un contador electrónico en el que fueron agotándose las horas y luego los minutos y los presentes con dolor en el corazón y con coraje, porque los dejaron sin su casa, porque se acababa un largo sueño que todos quisieran que se alargara; pero el tiempo no perdona y al llegar la hora final, las voces se ahogaron y por fin ya no hubo nada. Pero todos sabían o querían creer en sus esperanzas de que radio 98.1 no podía morir, porque todos esperan que algún día volverá la radio hidalguense, y la esperanza –como todos saben- muere al último.
