RELATOS DE VIDA
Trabajaba como cada día, ya le había avanzado en la rutina de limpieza, se encontraba en el jardín realizando lo último de la jornada cuando un fuerte olor a gasolina y una columna de humo, que se alcanzaba a ver del otro lado de la barra que rodea su centro laboral, hizo que parara sus labores.
Corrió hacia dentro de las instalaciones para avisar a sus compañeros de trabajo, el miedo se le notaba en los ojos al momento de explicarles lo que sucedía y su aliento agitado no lo hacía fácil, su última parada fue la azotea para confirmar que el humo provenía de la gasolinera que se encontraba justo detrás de las instalaciones donde se encontraban y una vez confirmado, bajó corriendo hasta salir del lugar.
Una vez afuera, la curiosidad le ganó y junto con compañeros de trabajo caminaron hacia el lugar siniestrado, para conocer exactamente lo que sucedía, no sin antes llamar al número de emergencia, pero en cada paso la incertidumbre crecía, porque no había personas corriendo tratando de resguardarse de una posible explosión.
Ya en el lugar, el sitio estaba acordonado, había personas acostadas sobre el piso recibiendo atención médica, y los bomberos habían sofocado el fuego, y de pronto unos minutos de aplausos relajaron el tenso ambiente, al parecer no había más peligro.
Al acercarse a preguntar lo que había sucedido, los presentes informaron que habían realizado un simulacro con resultados exitosos, y su reacción inmediata fue soltar una mentada de madre por el susto que le hicieron pasar.
Ya de vuelta en su trabajo, y con el coraje todavía encima, subió a la cocina, buscó un bolillo y se sentó a comérselo tranquilamente para que se le pasara el susto, aunque seguía mentando madres.