No, los periódicos impresos no van a desaparecer

No, los periódicos impresos no van a desaparecer

RETRATOS HABLADOS

Hace poco leí: “la propaganda le está ganando la partida a la información”, en una profunda reflexión en torno a un tema tratado hasta la saciedad desde finales de 1980: el fin de los periódicos impresos ante la aparición por millares de medios “informativos” en la internet, y ante ello una generación híper conectada, híper saturada de fotografías, videos y noticias que pocas veces tienen la garantía de ser verdaderas. Abrir el teléfono celular es abrir una compuerta por donde somos inundados por todo tipo de periodismo, a veces incluso verdadero periodismo.

Sin embargo, y ya sin la simple actitud melancólica del que se niega a ver morir los medios impresos porque en esos creció, la credibilidad los mantiene aun en estos tiempos en que la condena pareciera que ya se empezó a ejecutar, con redacciones cada vez más reducidas y tirajes que simplemente no son ni la sombra de lo que fueron hace 30 y tantos años.

Dos generaciones apostaron con todo a que podían conocer la realidad de su país, su Estado, a través de portales informativos surgidos prácticamente de la nada, donde sin embargo abundaron notas falsas, copiadas de otros medios, o de plano inventadas. Además, que en estos terrenos de la modernidad se apostó por la certeza de que “ya nadie lee”, y luego entonces la recopilación de videos captadas por ciudadanos a través de su celular, empezó a nutrir sus contenidos.

De pronto nos encontramos con el mismo material reproducido en todos los medios nacidos repentinamente, es decir que observamos una sobre saturación presuntamente informativa, que se traduce sin embargo en su uso y abuso por un sistema político que también decidió desatar una guerra abierta en contra de los diarios que no son como las benditas redes sociales.

Sin embargo, el tan anunciado velorio y entierro de los impresos no llegará, porque al boom desatado por la certeza de que todos podían dar vida a un periódico, con la diferencia de que no lo imprimirían, hoy mismo empieza a generar una abierta desconfianza por la cantidad de ocasiones en que a la mentira difundida, simplemente se encubre con un clic al borrar de la pantalla lo que había sido publicado.

Confianza es el primer elemento que da la delantera al impreso. No es una aventura simple lanzarse al proyecto de dar vida a un diario de papel, no es una ocurrencia o parte de un plan de negocios en que toda la inversión es conformar una pequeña redacción donde la única presión es ganar la nota a la competencia, a veces incluso sin confirmar el hecho. No importa si el lector es atiborrado con la misma historia, pero diferente de acuerdo al medio electrónico, y la confusión es el último eslabón.

Un impreso implica la clasificación profesional de los adelantos una y otra vez, hasta lograr una propuesta que tiene como hora de conclusión cuando la rotativa empieza a trabajar. Son periodistas los que con una experiencia de años y años en una mesa de redacción logran finalmente dar vida a la portada e interiores. No es lanzar al aire lo que se tiene y ya, que se haga bolas en entender el que abre el celular y ve el encabezado, pero rara vez se pone a leer.

Por eso cada vez estoy más cierto que a la moda del “¿tú ya tienes tu sitio informativo en internet? ¡Hombre si es tan fácil!”, deberá recuperarse el rigor periodístico, las reflexiones de articulistas y no solo columnas de trascendidos políticos, muy similares a los dimes y diretes de artistas.

Hay periódicos de papel para rato, y por lo tanto hay espacio para leer un texto valiente y decidido firmado con tinta por su autor; y sobre todo hay la oportunidad de saber que lo escrito no se desaparece en un pase mágico como lo que a lo mejor hoy usted lee en su teléfono o su computadora. Usted sabe que también está impreso y que eso no se hace polvo tan fácilmente.

Mil gracias, hasta el próximo lunes.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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