David Cameron, el hombre que partió Europa

Europa ha sido siempre una losa para los líderes conservadores. La gran pregunta europea ha pasado factura a uno tras otro, de Margaret Thatcher a John Major, hasta llegar a David Cameron, que se hizo el “harakiri” a los ojos de todo el continente.

 

Su epitafio político dirá ahora: “El hombre que partió Europa”. Sus noches de insomnio están garantizadas. “Los grandes problemas hay que afrontarlos y no eludirlos”. Así justificó la convocatoria de un referéndum que nunca (hasta las semanas finales) pensó que podría ser su sentencia de muerte.

La “traición” de Boris Johnson puso la puntilla: la verdad es que Cameron empezó a cavar su propia tumba en el 2011, cuando a duras penas conjuró la rebelión de 81 “tories” euroescépticos que reclamaron la consulta europea. El ambiente empezó a enrarecerse desde entonces, amplificado por la prensa conservadora que ya urdía su particular venganza.

Nick Clegg -a la sazón viceprimer ministro en su coalición con los liberal-demócratas- lo vio venir desde dentro y dio la voz de alarma. Cameron reconoció el peligro, pero llegó a la conclusión de que tenía que convocar el referéndum si quería preservar la unidad de los conservadores: “Mis diputados son increíblemente euroescépticos y el Ukip me está respirando al cuello”.

Desde su llegada al liderazgo de los “tories” con 39 años, como la réplica moderna y conservadora al ocaso de Tony Blair, Cameron presumió de ser un político esencialmente “pragmático”.

 

Con 43 años llegó a primer ministro, cuando se cocía ya la debacle financiera, y sus primeros cinco años de mandato estuvieron consumidos por la urgencia económica. Como un molesto ruido de fondo, la cuestión europea empezó a tomar fuerza, y en 2013 decidió finalmente romper la baraja. Puso por primera vez en el horizonte la promesa del referéndum, anticipando su propia postura a favor de la permanencia en una UE reformada.

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