La temprana muerte de la transición democrática

HOMO POLITICUS

 

Los vientos de cambio político en México hicieron suponer que el Ancien Régime terminaría por morir, que pasaría a una memoria amarga y de inconsistencias de una democracia impedida, aparecían las luces sociales que clamaban por una transición a la democracia de todos.

 

 

La tan esperada transición provino de la alternancia política con el ascenso del panismo en manos de Vicente Fox, un vaquero de Guanajuato, dispuesto a cambiarlo todo o a imponer el “cambio”, aparente transformación política del país que desterraría el nepotismo, el autoritarismo y la corrupción.

 

El país respiraba momento de oxígeno puro, hasta los intelectuales creían en Santa Claus y, los partidos políticos renovaban sus votos de creencia en el sistema político, en fin, era un cuento de ensueño y fantasía pura y, no lo digo de manera literal, era fantasía pura o pura fantasía.

 

Pero, todo se lo llevó la mierda. Las inconsistencias del foxismo, en el fondo no eran del foxismo, sino de la clase política toda; ello, porque no saben hacer política, en su mayoría tienen las mismas lógicas de reproducción del poder e intentan mantener la hegemonía de un lobby de negocios, porque la política es el negocio de negocios y eso lo sabe hasta el barrendero del carrito naranja.

 

En los hechos, el sistema político no cambió, fue maquillado y burocratizado, el discurso se matizó con la idea del cambio que se cacareaba a diestra y siniestra, hasta los medios informativos creyeron en la transición, pero en realidad lo que sucedía era sólo una ilusión óptica y auditiva, se trataba del Gatopardismo.

 

Gatopardismo puro, en ello se basó la transición, no fue otra cosa que una estela de “buena voluntad”, pero cuando vino la de verdad, la clase política reculó, se enojó con la democracia sin rienda y nuevamente se montó en el caballo del apocalipsis, generando los signos de regresión hacia el Ancien Régime, total, si el pueblo había podido aguantar décadas de supresión de los más elementales signos de la democracia, una centuria más a quién puede dañar, pos a nadie dijo Teofilito.

 

Hoy, ¿Quién se acuerda de la transición democrática?, se da por sentado que ya fue sobrepasada y que respiramos democracia hasta por los poros de los pies, cuestión inverosímil hasta para los niños de Kinder.

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