El senador Bernie Sanders está dando batalla hasta el final, pero ayer reconoció que votará a su rival, la candidata demócrata, Hillary Clinton, en las elecciones presidenciales de noviembre, para evitar lo que ha definido como un “desastre”: la victoria del magnate Donald Trump.
“No necesitamos un presidente cuyo eje central sea la intolerancia, insultar a mexicanos, a latinos, a musulmanes, a mujeres o que no cree en las evidencias del cambio climático”, dijo Sanders para justificar su apoyo a Clinton, a la que ha atacado duramente durante la campaña de primarias, pero de la que espera asuma alguna de sus propuestas.
Sanders ha dicho que no retiraría su candidatura con el fin de llevar sus propuestas hasta la Convención Nacional Demócrata. Su paso por las primarias ya ha cambiado al partido demócrata, ha sido uno de los factores que ha obligado a virar a la izquierda el discurso de la exsecretaria de Estado.
Sanders, un político de 74 años, ha supuesto para Clinton un quebradero de cabeza por el entusiasmo inesperado que despertó entre los demócratas, especialmente entre los jóvenes. Declarado socialista en un país que detesta el término, quiere construir una plataforma dentro del partido demócrata que mantenga el fuerza de sus ideas progresistas una vez descabalgado de la carrera electoral.
