Ni ahora ni nunca, hay muertos de por vida en la política

Ni ahora ni nunca, hay muertos de por vida en la política

RETRATOS HABLADOS

Los casos de difuntos políticos que se levantan de la tumba son una constante en el santoral del poder en Hidalgo, no se diga en el país entero. Por eso las pruebas para confirmar que el cadáver es cadáver son más sofisticadas cada día, ante los testimonios irrefutables de que incluso cuerpos que ya despedían el hedor propio de la descomposición, se les ve por las calles sonrientes y como en sus mejores tiempos.

Tal situación ha construido una realidad mágica donde los límites entre lo que es vida y ya no lo es se han perdido casi por completo, y solo verdaderos expertos en la materia pueden testificar si se entablara un juicio en la materia.

Un político que se precie de serlo, debe saber que el papel más preciado en un momento determinado, si no fue el ejercicio pleno y justiciero del poder, tendrá que ser cuando lo den por difunto. Disciplinado y leal como algún tiempo fueron los que ostentaban los tres colores de la bandera, tendrá que aceptar esa posibilidad e incluso sufragar misas por el eterno descanso de su alma.

La muerte se asume en la política con absoluta seriedad, o cuando menos así fue durante mucho tiempo. Y esa seriedad obliga a asumir los riesgos inherentes a esa acción como es que de pronto ya no puedan regresar a la vida, y mostrarse agradecidos aunque sea un cuchillo que se clave en su alma que se supone eterna.

Pero incluso en ese justo instante en que se les declara habitante de otro mundo, es posible que regresen si su presencia es necesaria por el bien de un país que gusta de la adoración a los difuntos.

Morir en política es un término que a veces tiene una conexión directa con el de la vida cotidiana, y el que se va ya nunca regresará, aunque la verdad es que todo es relativo.

Toda esta herencia en la concepción del más allá y el más acá tiene una relación directa con las realidades que se han construido durante toda la vida del país. Los límites pueden traspasarse en ambos sentidos.

Anotábamos que Hidalgo, uno de los Estados del país que más personajes en la materia ha aportado a nivel nacional, es un ejemplo de cómo personajes que hasta por dos sexenios se les consideraba difuntos en la materia, de pronto reaparecieron para dar testimonio de que el poder no solo rejuvenece, trae nuevo impulso, sino que incluso revive al que estaba difunto y embalsamado.

Hoy con eso de la Cuarta Transformación puede que estos usos y costumbres empiecen a languidecer, pero la realidad es que no será así, que Morena como antes el PRD, tiene como origen ramificaciones que siempre van a parar al partido de los tres colores, al que por cierto solo un lerdo en el asunto puede dar por muerto.

El arte de salir de las tumbas ya tiene tratados escritos a lo largo de muchísimos años y pruebas fehacientes con todo tipo de experimentos que se han hecho y que por lo mismo resulta complicado tirar a la basura.

Vaya pues que hay un realismo mágico en la política que se ha construido a lo largo de toda la historia del país, que en estas fechas tiene justo festejo porque además de todo ya es una tradición.

Le pido: no dé por muerto a ninguno de los políticos que conoce, considérenlos si acaso en receso, pero nunca muertos. 

Podrán estar con un pie en la cárcel por fortunas que no pueden explicar. Podrán haberse equivocado de candidato. Podrán haber traicionado al partido que les dio todo. Podrán todo lo que usted imagine, pero de ninguna manera son difuntos, no cuando menos de los que se entierran y solo viven en el recuerdo.

Eso sí, cuando lo único que demostraron en su actuar fue ignorancia, torpeza y grisura, no regresarán. La muerte política perdona todo, menos los malos atributos mencionados, es decir que no perdona la estupidez.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

Related posts