Son 11 años sin Miguel Ángel Granados Chapa

Son 11 años sin Miguel Ángel Granados Chapa

RETRATOS HABLADOS

La última vez que tuve la oportunidad de entrevistar al maestro Miguel Ángel Granados Chapa – quien el pasado 16 de octubre cumplió siete años de muerto-, reflexionó acerca del legado que un hombre puede dejar para la posteridad. ¿Cómo le gustaría ser recordado por los mexicanos?, le cuestioné.

Con seguridad el columnista más leído en el país a través de su “Plaza Pública”, atajó: “no, cómo va a creer usted Javier, si acaso habrá de acordarse de mí la familia, los más cercanos. Sé que he cumplido un papel en la historia personal de algunos, pero de ninguna manera de todo un pueblo. La vida es así y en buena parte tiene que ver con lo efímero que va ligado a lo cotidiano, a lo que sucede cada día. El periodismo por naturaleza es fugaz, incapaz de buscar eternidades de ningún tipo”.

Enfermo ya de un cáncer que a la postre lo llevó a la tumba, Granados Chapa, nativo de Real del Monte, logró sin embargo ser un periodista que durante 40 años que le dedicó a esa tarea, su pasión, mantuvo a su favor un elemento vital en estos quehaceres: la credibilidad.  Y por eso la respuesta semanas antes de fallecer al legado histórico, simplemente se remitió al cariño que todo ser humano tiene a los que están a su lado: esposa, hijos, hermanos, amigos, pero nada más. Sabía con absoluta certeza que la muerte es un puente que se cruza tarde o temprano, y que nadie de los que se quedan al otro lado tiene por qué dedicar su propia existencia al recuerdo del que ya se fue.

La vida, la realidad cruda que desde siempre ha padecido México, le preocupaba porque más allá de lo que palpaba cotidianamente en sus reflexiones, es difícil poder emitir profecías acerca de lo que vendrá. Era su tema constante la defensa de los que eternamente han estado olvidados, y alertar sobre el abuso del poder político que deriva en el de tipo económico.

Regresaba con una constancia siempre agradecida a su tierra, a la colonia Morelos donde pasó buena parte de su infancia y juventud, a la plática con sus hermanos y hermanas, a recordar simplemente que era un hidalguense que amaba su tierra.

Tenía una profunda esperanza en que las cosas cambiaran en el país. 

La última entrega de “Plaza Pública” publicada en el diario Reforma el 14 de octubre de 2011, apenas dos días antes de su muerte, nos deja claro el tipo de ser humano que fue el realmontense: “Es deseable que el espíritu impulse a la música y otras artes y ciencias y otras formas de hacer que renazca la vida, permitan a nuestro país escapar de la pudrición que no es destino inexorable. Sé que es un deseo pueril, ingenuo, pero en él creo, pues he visto que esa mutación se concrete.

“Esta es la última vez en que nos encontramos. Con esa convicción digo adiós”.

A siete años de su fallecimiento siempre es importante hacer un alto en el camino, para tomar aliento, recordar la raíz y razón que nos llevó a abrazar este oficio, profesión o como cada quien quiera llamarlo.

Evocar los años de juventud en que estuvimos ciertos que escribir todos los días, opinar cuando hay oportunidad de hacerlo, va más allá de cualquier empleo, porque de alguna manera otros habrán de leernos.

El camino siempre será complicado, y eso lo empezamos  a saber desde los 18 años en que llegamos a la primera redacción de un periódico. Son otros tiempos ciertamente, pero el fundamento del ejercicio periodístico se mantiene igual y el propio Granados Chapa nos lo dejó en un decálogo que le comparto: 

“1. Nunca escriba o diga algo de una persona que no se le pueda decir a la cara. 2. Combata la ambigüedad: no insinúe, no exagere, no minimice. Elija una postura y defiéndala. Un juicio no depende de la complicidad del lector sino del apego a la verdad. 3. Use las palabras precisas, no sólo por la riqueza del lenguaje sintético sino para lograr exactitud en lo que uno quiere decir. 4. Evite los lugares comunes, la vulgaridad y la falsa familiaridad con los entrevistados. 5. Construya su propia opinión, aunque no coincida con los demás, y sobre todo, si coincide con los demás. 6. No se ponga usted mismo en el centro de la noticia. 7. No haga juegos de palabras ni sorna con el nombre o la apariencia de una persona. 8. No aspire a recompensas materiales, no acepte regalos que puedan significar un soborno, ni siquiera los más pequeños. Hay que practicar una extremada ambición ética, aunque parezca una soberbia de la virtud. 9. Considere los fenómenos en su larga duración y en toda su anchura. 10. Encuentre el camino o hágalo”.

Me pregunto, maestro, ¿qué pensaría usted del México que hoy nos toca vivir? Estoy cierto que simplemente diría que como siempre, hacer buen periodismo es la gran alternativa.

  • Texto publicado el 19 de octubre de 2018.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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