Home Cultura Villa es utopía y la utopía no termina: Pedro Ángel Palou  

Villa es utopía y la utopía no termina: Pedro Ángel Palou  

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Cuando Pedro Ángel Palou le dijo sí al personaje de “Pancho Villa” para que se convirtiera en el protagonista de otra de sus novelas históricas, tuvo que reanudar los varios caminos que otros autores han recorrido con “El Centauro del Norte”.

 

Luego, con certidumbre, echó a andar en un camino propio buscando no repetir lo que ya muchos, y varios muy bien, han dicho de Villa; sino para abonar en la figura de ese revolucionario mexicano que aún sigue simbolizando la energía y la posibilidad de un cambio para México.

¿Por qué Villa sigue siendo un símbolo vivo?, ¿qué encarna Villa?. La respuesta de Palou es inmediata, dice que quien mejor descubrió esa energía fue Jorge Aguilar Mora. En el prólogo de “¡Vámonos con Pancho Villa!” de Rafael F. Muñoz, Aguilar Mora escribió: “¿quién es ese Pancho Villa interpelado por el grito de vámonos con la bola, es una energía colectiva, que es la única posibilidad de utopía cuando no tienes nada que perder”.

Palou asegura: “Es Villa o seguir viviendo esta vida de injusticia casi feudal, prerrevolucionaria. Ni siquiera es Francisco Villa, ese nombre es un nombre falso que encarna un colectivo. Doroteo Arango, el individuo, desaparece en el anhelo colectivo que se llama ‘Vámonos con Pancho Villa’. ‘Vámonos con Pancho Villa’ es el prototipo de ‘Yosoy132’, es la necesidad colectiva de identificarte con algo que no es necesariamente un ser humano, pero que es una energía que sí propone un cambio, ¿por qué Villa está vivo?, porque si la revolución es destrucción, Villa es utopía y la utopía no termina”.

A partir de esa confirmación y de leer y releer los varios trabajos que se han escrito sobre Villa, entre biografías y luego literatura escrita por Martín Luis Guzmán con un Villa violento y medio animal; de Rafael F. Muñoz, que es una visión del villismo más que de Villa en la novela Vámonos con Pancho Villa; y por supuesto Cartucho de Nellie Campobello que es la visión intimista desde una niña, Pedro Ángel Palou definió desde dónde contar su propia visión de Pancho Villa.

“Villa no es un hombre culto, tiene pocas lecturas pero muy buenas, ha ido formándose a lo largo de la lucha revolucionaria, ha estado cerca de grandes intelectuales y escritores, desde Luis Guzmán hasta John Reed pasando por Felipe Ángeles; no le puedes acusar a Villa seguir siendo en 1923 el Villa que se sube al Maderismo en 1909, y lucha contra Victoriano Huerta, contra los orozquistas y se arrepiente de alguna manera de traicionar a Maitorena, en Sonora, sino que es un Villa que se va formando política, intelectual y socialmente. Sí, hay arco dramático, sí tienes a un personaje que va cambiando, ¿pero cómo nos lo han contado?”, señala Pedro Ángel Palou.

 

Desde esa certeza, Palou decidió contar la vida de Villa desde sus últimos minutos y tras su muerte; ese acercamiento a Doroteo Arango, el líder de la División del Norte, dio lugar a “No me dejen morir así. Recuerdos póstumos de Pancho Villa”, publicado por Editorial Planeta que se suma a los otros héroes novelados por Palou: Emiliano Zapata, José María Morelos, Cuauhtémoc y Porfirio Díaz.

“Se me ocurrió: ¿qué pasa si Villa empieza la novela un poquito antes de morir y termina la novela no sólo ya muerto, sino decapitado; la muerte como evolución. Cuando empieza la novela no ha muerto, dice ‘me van a matar’, empieza a hacer un ajuste de cuentas, creo que aquí está la clave, lo que hace la novela interesante es un ajuste de cuentas íntimo de un hombre que no va a arrepentirse”, afirma Palao.

Pedro Ángel asegura que la memoria es caprichosa, por eso la novela no es cronológica. “Vuelves y vas del pasado al presente y viceversa”, ese paso por distintos momentos es lo que hace especial a esta novela. Es una voz que está a punto de morir y que sabiendo que lo que justo lo que no tiene es tiempo, sólo pide una oreja capaz de escuchar. Es como escuchar decir a Pancho Villa: “escúchenlo de mí, que se acaben las calumnias”.

Palau dice que tras la lectura de varias novelas y biografías, su propio acercamiento es una certeza: “Villa no está queriendo culpar a nadie, es hacer un ajuste de cuentas que a la vez lo salve. Es una confesión laica”.