Un desvelo por cada recuerdo

Un desvelo por cada recuerdo

Letras y Memorias

Con la espalda molida por figurativos garrotazos, tecleo tan pronto como los dedos me permitan, para poder mantener intacta la idea, la memoria de la última noche que creo haber dormido y descansado, todo en el mismo acto. Porque lo verdadero es que llegada cierta edad, uno a veces duerme pero el cuerpo amanece devastado, y a veces, con poco vuelo y sueño, el alma reposa aliviada y siente cómo la fatiga se evapora. 

Luego entonces, con los Dioses que podemos tocar como testigos, una muy elaborada telaraña de recuerdos se teje frente a la apagada mirada que sirve para leer que las letras formen palabras y las palabras se conjunten en oraciones cuerdas, por decir algo. Y es así que con la Aurora de la tarde hidalguense, y con los pies helados y entumecidos, brotan los susodichos recuerdos.


  1. Apenas había logrado conciliar el sueño, sin tantas ganas he de mencionar, cuando la ventana de la planta alta capturó un reflejo que resultaba ajeno a la Luna, la curiosidad gatuna o la lámpara de noche. Ese reflejo me vio, me observó con brillo analítico pero cauteloso y después se marchó. Y entre sueños pensé que todo era producto de la cabeza aturdida, pero el sudor frío me hizo ver que no, que no era fantasía y tampoco una pesadilla.

  2. Una almohada suave alojó la esperanza de dormir bien por vez primera en lo que va del mes, y cuando parecía que la noche fría sería, quizá, larga; la angustia de los deberes no cumplidos o pendientes imaginarios, alertó al cerebro, quien de inmediato me hizo abrir los ojos. “Portón cerrado, ropa lista; la cena del gato en su plato. Correos enviados, deudas creciendo, pero no tanto…”. Se cerraron los ojos y por unos segundos di por hecho que nada estaba pendiente, que lo urgente ya se había resuelto o hasta consumado. Mazazo en la cabeza, de nuevo. “Ya es muy tarde para estar dormido, ya debo estar en camino”. Como resorte, los músculos que no reposaban pusieron en alerta al esqueleto entero y, como si de una cruel broma se tratase, el reloj apenas marcaba las 2:14. “Soy demasiado viejo como para entender cómo es que funciona el tiempo”.
  3.  
    Puede ser que en ciertos momentos, el corazón crea que no se puede latir otra vez como en antaño el otoño le vio latir. Puede ser, que si un día vimos a alguien, mañana el destino nos arrebate todo y entonces ya no nos volvamos a ver. Suelo creer que cuando más calma hay dentro de la habitación en donde reposamos, más golpes de nostalgia se acumulan en el pecho, en los pies cansados de andar solos por los sitios donde antes nos vimos acompañados… Y esos golpes tremendos, esos golpes de aquello que se fue para siempre, dejan moretones en el alma, dejan adormecidos los músculos responsables de poner sonrisas legítimas en el rostro, y dejan también vacías las horas de sueño, de utopía y anhelo. Puede ser que en ciertos momentos, uno se desvele analizando si es viable viajar en el tiempo con tal de recuperar determinados sucesos, cambiar un poquito las circunstancias sólo para saber “¿qué hubiera pasado si..?”; puede ser entonces que en ciertos momentos, uno se ponga la pijama, apapache la almohada, y clave la mirada en el techo, desvelándose a lo pendejo.

¡Hasta el próximo jueves!

Postdata: No importa qué haga la vida de nosotros… siempre habrá una noche, un recuerdo, un motivo que nos cause desvelos.

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