“El éxito tiene muchos padres.
El fracaso es huérfano”.
Sentencia popular.
A riesgo de ser reiterativo en la interpretación del fenómeno electoral que se efectuó el pasado cinco de junio, me permito externar las siguientes reflexiones:
Las causas:
– Los candidatos. En la actualidad el ciudadano medio vota en favor o en contra de los partidos políticos, pero fundamentalmente de las personas que los abanderan. Caso concreto: en Hidalgo, Omar Fayad ganó con amplia e indiscutible ventaja. En su caso (y en muchos otros), no perdió el PRI porque seleccionó al candidato idóneo. No fue lo mismo en el caso de quienes no alcanzaron los cargos que buscaban. Muchos de ellos, fueron protagonistas de anunciadas derrotas. El voto diferenciado es evidencia de creciente cultura política.
– Las herencias, los prejuicios, la alta corrupción en los gobernantes (no sólo del PRI), la ausencia de obras o su realización impopular… Irritan a la ciudadanía. El sufragio, no es en favor de la oposición, sino en contra del sistema.
– Las cuotas de género. Las mujeres no deben aspirar sólo al cincuenta por ciento de los cargos, sino al cien por ciento, siempre y cuando sean las mejores. El actual sistema sacrifica a candidatos naturales, simplemente por su sexo.
– La aceptación oficial de los matrimonios entre personas del mismo sexo. Sobre todo en entidades tan conservadoras y “mochas”, como Aguascalientes, en donde el panista triunfante agradeció públicamente el hecho. En mi modesta opinión, el clero debe respetar el postulado bíblico de “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Si la alta jerarquía eclesiástica no está de acuerdo con este tipo de uniones, que no las celebre dentro de la religión, pero no tiene por qué inmiscuirse en las cuestiones que regula el Derecho Familiar.
– Los operadores. Deben ser políticos (as) profesionales. Como muestra dos botones: Caro Viggiano ganó el complicadísimo Estado de Oaxaca y Jenny Márquez, logró el triunfo del Partido en Tulancingo.
– Las deslealtades. La Ética cada día se aleja más de la Política: ausencia de disciplina, frustración de quienes sufren desplazamiento por candidatos sin méritos; falta de cultura política, ausencia de solidez ideológica, ambición, chapulinismo, etcétera.
– Nuevas expresiones partidistas y candidaturas ciudadanas. Los electores, aún se confunden al observar en las boletas, tantas opciones.
– Antigobiernismo y antipriísmo en medios y redes. Todo lo que huela a la clase gobernante es sospechoso de corrupción e ineficiencia. Para algunos “líderes de opinión”, un priísta resentido que se hace candidato de otro Partido, por ese simple hecho, expía sus pecados; se hace “limpio y puro” ¿No es cierto, joven Anaya?
– El fácil recurso de culpar al Presidente de todos los males, sin reflexionar que ante una situación como la que vive México, cualquier mandatario sería cuestionado.
Conclusiones:
– La euforia y el triunfalismo hacen que “ya se vea” el imberbe Presidente del Partido de la Derecha, con la banda tricolor sobre el pecho en dos mil dieciocho. Seguramente piensa repetir el esquema de alianza entre el agua y el aceite (el PRD se resiste). El mareo del triunfo, obnubila los sentidos y de mayor manera el sentido común. No es lo mismo criticar que gobernar. La decepción ciudadana no requiere de mucho tiempo y ya tuvo doce años de experiencia. El mejor antídoto para un partido ineficaz es dejarlo gobernar, a sabiendas de que lo hará de manera efímera.
– Gran parte del voto ciudadano en contra del PRI fue catarsis, no guillotina. Hay tiempo para enmendar errores.
– Algunas estrategias electorales como el “Programa de compromiso político” causan irritación y generan el voto en contra de los servidores públicos. Es tiempo de revisarlas.
– “Morena es López Obrador y López Obrador es Morena. Después de tantos años en campaña, su crecimiento está muy lejos de ser milagroso. Cualquier político mediocre lo lograría”: Diego Fernández de Cevallos dixit. A mi juicio el “Mesías Tropical” ya alcanzó su nivel de incompetencia, de acuerdo con el “Principio de Peter”.
– Los candidatos ciudadanos, en lo general, no tuvieron presente. Luego, no tienen futuro
– El PRI se derrota a sí mismo por sus malas decisiones; pero también por falta de unidad y fuego amigo.
– Viejos dinosaurios, priístas desplazados, resentidos, acostumbrados a sus cuotas de poder, no alcanzan a visualizar que el triunfo de otro partido significaría su extinción definitiva.
– En el nuevo panorama político, el tricolor aún gobierna la mayoría de los estados.
– En los años dos mil y dos mil seis, llegó dividido y perdió. En dos mil doce, unido, triunfó sin problemas.
Escenarios:
Único:
El Partido en el gobierno aprenderá de sus errores y asumirá las consecuencias. A partir de este momento construirá alianzas (hasta con el clero) para estructurar una recia candidatura de unidad que marchará paralela a la consolidación en las dirigencias, cuadros y militancia, desde la cúpula hasta el más modesto comité seccional. Sin duda obtendrá el triunfo en el dos mil dieciocho. En política no se gana ni se pierde para siempre.
Junio del 2016.