Omega

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Omega

Letras y Memorias

Se activan los músculos de los párpados y con cada apertura y cierre, un fotograma se dibuja sobre la retina y cubre igualmente la pupila. 

Colocas la mano sobre el pecho y los dedos temblorosos sienten como de a poco se apaga el motorcillo que anduvo y anduvo tanto como pudo hasta que el sistema entero, tu sistema, cedió. 

“Tic-tac, tic-tac…”. Como un grotesco eco retumbando y taladrando en el cráneo, sientes pasar el tiempo, puedes percibir como escurre por tus manos y pies temblorosos. “Tic-tac, tic-tac. tic-tac”, oyes en el fondo de cual sea la habitación en que te encuentras, porque al final del día, ni sabes dónde estás ni dónde acabarán tus pasos. Siguen los párpados trabajando, sigue por ende tu memoria visitando con fotogramas y encuadres esa vista cansada, es cierto, es verdad que cuando uno siente el fin cerca, la línea temporal experimentada se vislumbra a medida que la luz de ese oscuro túnel se torna intensa, inmensa.   

Claro que es verdad lo que el rumor dice, lo que el cliché te ha enseñado. Vas a ver toda tu vida pasar frente a tus ojos y, como si se tratase de las letras del abecedario, recitarás de memoria cada momento. Ahí viene la A, la que empezó todo, la que dio pie al resto. La B, C, D… ya vas en la S y, de manera extraña, no has alcanzado el suceso que recuerdas como lo penúltimo de tu existencia, es decir, uno antes de lo que te puso acá, donde justo ahora andas, pero de donde ya no saldrás. 

Pierden claridad las letras, pierdes claridad también tú; todos pierden, perdemos. V, no de venganza sino de victoria, quizás, o tal vez no. El tema es que, conforme llegas a lo que consideras el “final”, pareciera que ese túnel te coloca en un punto donde sientes haber estado, donde tus pies ya andaron.

Y entonces allí vas, avanzando en el repaso de las letras y esperando que de la nada, uno de esos milagros en los que nunca creíste, caiga sobre ti y seas mecido por la noble mano de una deidad de la que por muchos lapsos, has dudado; incluso ahora con los párpados cerca del quiebre, no terminas de creer, ni lo aceptas ni lo niegas, simplemente te sabes ignorante y la fe no brota de tus entrañas.

Llegó la Y… Suspiras cuando aparece la Z, y en el momento en que piensas que ha sido todo y la película terminará de proyectarse, le sucede un espacio gris, gris dándole casi al negro y, entonces, el resplandor final en ese túnel, llega: una pequeña lágrima brota de tu ojo derecho y por ella resbala otra letra, aparece Omega.

  • ¡Hola, mi cielo!

Lo que creías que era el fin, nunca lo fue.

¡Hasta el próximo jueves!

Postdata: Hay un Alpha y un Omega, pero, ¿quién dice que no se trata en realidad de un infinito ciclo?

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