“EL NAHUAL”
En los barrios altos que rodean Pachuca, donde quiera hay espantos, algunos cuentan sobre la llorona, las brujas, el hombre sin cabeza, el muerto, que sale el diablo. Pero en el barrio del Arbolito llegaban de todos un día. Era media noche, el viento soplaba con mucha fuerza que moneaba las copas de los árboles, las láminas del techo de las viviendas de la vecindad parecía que las arrancaba, los niños se acurrucaban con sus madres, con mucho miedo porque los perros, no dejaban de ladrar, se aventaban como atacando a alguien.
Dentro del cuarto de la vieja vecindad del barrio del arbolito, Gloria, al escuchar ruidos se enderezo y llena de miedo despertó a su marido que roncaba como olla de frijoles.
– ¡José, José, despierta!
– ¿Qué pasa?
– Asómate alguien empujo la puerta para meterse.
– No mames ¿Quién quieres que se atreva a entrar con el perro bravo que tenemos? Todo esta tranquilo, porque el perro de nosotros no ladra.
– No ladra el cabrón, porque en la tarde estaba pegado de cola con la perra de doña Juana, lo despego con agua hirviendo que no ha regresado. Tengo mucho miedo desde hace rato escucho ruidos, y me da escalofríos.
– Ya duérmete, porque me vas a encabronar y te voy a parar a patadas a que vayas a ver que no hay nadie.
La señora Gloria, se acostó y cerro los ojos tapándose las orejas para no oír nada, pero los perros no dejaban de ladrar y escucho que tiraron las macetas y aleteos de aves, eso la alarmo y se levantó a prender la luz le dijo a su viejo.
– Ya párate no te hagas pendejo a mi se me hace que tienes miedo, lo que tienes de grandote tienes de hocicon presumes de muy macho y vales madre.
– Ahora si me picaste el amor propio, vieja, voy a salir a desmadrar a quien encuentre, a lo mejor es tu papá, cada que se emborracha le da por venir a verte. sácame el amansa locos que tengo abajo del ropero, mientras me pongo mi pantalón no me vayan agarrar con las nalgas de fuera, si es un ladrón, ya valió madre, si es el diablo se la voy a mentar.
La señora Gloria, y su señor salieron al patio encontraron todo normal eso hizo que José la regañara muy fuerte.
– Ya ves pinché vieja miedosa, ya viste que no hay nadie, son tus pecados mañana te vas a la iglesia a confesar, y si todavía dudas de que haya sido un ladrón, cuanta los pollos y veras que no falta ninguno.
– Perdóname viejo, pero clarito escuche que les apretaban el buche.
– El buche, es el que te voy apretar si me vuelves a despertar, estaba soñando con tu hermana, sabes muy bien mañana es domingo, es el día sagrado para mi porque descanso todo el día y tu estas chingando.
– Ya te pedí perdón, me caí que escuche ruidos como del más allá, se me puso la carne de gallina me dio mucho escalofrío y ganas de ir al baño que por poco y me gana en la cama.
– Yo también te digo que es tu conciencia, o a lo mejor te quiere llevar el chamuco, porque me pides más dinero para el gasto.
José “El Ranas” se quedo durmiendo roncando a todo lo que daba con el hocico abierto, doña Gloria, siguió escuchando ruidos afuera de su casa, pero no lo despertó a su señor, por el miedo de que le diera un soplamocos. Mejor trato de dormir tapándose la cara con las cobijas, como se habían desvelado toda la noche, se siguieron de filo hasta después de medio día, que los fue a despertar la señora Juana, la mamá de Gloria, la suegra de José.
– Hoy viejo están tocando la puerta parece que la van a tirar.
– No me la hagas de pedo, párate abrir ya es de día hay mucho sol. De todos modos sea quien sea miéntales la madre, por venirnos a quitar el sueño.
La señora toda chinguiñosa abrió la puerta, y se llevo una sorpresa.
– ¡Mamá pásale!
– Ya ni la chingan, es la una de la tarde y ustedes durmiendo.
“El Ranas” gritó desde su cama.
– ¿Ya se fueron los que vienen a desvelar?
La señora Gloria corrió a decirle que era su jefa, ante de que le echara mentadas.
– Cállate viejo es mi mamá.
“El Ranas” se levantó a saludar a su suegra y le dijo.
– Yo pensé que anoche se habían peleado, todas las macetas tiradas y en el gallinero no hay ningún pollo.
– No la amuele suegra.
Se salieron asomar y todo estaba desmadrado parecía que les había caído un rayo. Dijo José muy sorprendido.
– En la madre vieja se robaron los pollos, voy a poner una denuncia para que den una orden de cateo y revisen a todos los vecinos antes de que se los coman.
La señora Juanita se persigno y dijo.
– Ave María Purísima, a mi se me hace que aquí estuvo el Nahual. Ese se chinga todo lo que encuentra, se convierte en perro negro, por sus ojos salen chispas, cuando abre el hocico se le ven los colmillos afilados, listos para soltar el mordisco y arrancar el pedazo.
Al escuchar las palabras de su jefa la señora Gloria, se refugio en los brazos de su señor.
– ¡Ay nanita! Voy a poner una cruz bendita en la puerta y las ventanas cuando baje a la iglesia de la Asunción, le voy a decir al padre Antonio Licea, que venga a echar la bendición en toda la casa, que me regale agua bendita para regarla en los rincones, que me de tantito aceite del Santísimo, para echarnos cerca del corazón y estemos protegidos de la fuerza del mal.
“El Ranas” se puso preocupado le dio miedo, hablo con su suegra que lo convenció, que existe el nagual, que en las noches sin luna se aparece y ataca a quien encuentre sin ver que sea diputado o senador. “El Ranas” y su vieja, lo anduvieron contando en toda la vecindad, lo que les había dicho su suegra y lo que les pasó la señora, les aseguro y le juro por San Juan Diego que ella lo había visto en persona.
La noticia corrió de boca en boca, que en la vecindad había un nahual, todos los del barrio del Arbolito, lo supieron y por las noches cuando caminaban por los callejones angostos y oscuros, andaban moviendo la cabeza para un lado y para otro. Los vecinos llegaban temprano a su casa, por el temor de que les saliera el nahual, metían a sus perros adentro de su cuarto para estar más seguros.
El pánico llego de tal manera de que nadie salía al baño después de las 8 de la noche. Un día “El Ranas” llego borracho y al entrar a su casa vio un perro negro desconocido, se fue echando para atrás junto a los vecinos, les dijo muy asustado que había visto al nahual.
– ¿Dónde lo viste?
– En la entrada de la vecindad, es un pinché perro grandote color negro como la noche, con los ojos como de carbón encendido, cuando pase se me quedo mirando luego se hizo el disimulado, camine y me miraba de rabito de ojo. Les aseguro que era el nahual, ya fui a la casa de mi suegra para que lo identificara ella que lo conoce pero no esta. Les aconsejo que mejor le demos en la madre para que estemos en paz.
Los vecinos fueron por palos y lo que encontraron, era la oportunidad de regresar a la criatura del más allá, que se le escapo al diablo. Al ver al perro entre todos lo atacaron sin darle tiempo de correr, lo mataron lo echaron en un costal y lo fueron aventar al tiro de una mina abandonada, para que se fuera a espantar a su madre. Les dijo José.
– Ya nos quitamos de encima la maldición que teníamos de que en cualquier momento nos atacara el nahual, ahora si a dormir tranquilos, por el gusto que le partimos la madre, vamos a la cantina a echarnos un pulque yo los invito. Hace rato que lo vi, estaba pedo pero sentí tanto miedo, que la borrachera se me bajo y comienzo la cruda.
Se metieron a la cantina de “La Veta de Santa Ana” José no dejaba de platicar a sus compañeros que también estaban satisfechos de matar al perro. Les decía.
– Que bueno que nos quitamos al perro del mal, regreso de donde vino, yo lo traía en la mira la semana pasada se chingo a mis gallinas, con todo y plumas, pero pinché perro ni tiempo le dimos de ladrar cuando le di la primera patada en el hocico, y luego un palo a medio lomo se doblo el cabrón y luego ustedes le cayeron y adiós mundo cruel ya nunca te veré.
Todos estaban muy contentos celebrando cuando de momento entraron dos hombres trajeados y les preguntaron
– ¿Quién de ustedes mato al pero negro?
“El Ranas” se paro enfrente y valiente les dijo.
– Yo solo lo mate a puro patín.
Lo agarró uno de cada brazo y le dijeron.
– Somos de la Policía Ministerial, quedas detenido por matar al perro consentido del comandante, ese perro era muy mansito, amigable y muy juguetón, por la mañana se le escapo de su casa, nos mando a buscarlo. Lo hicimos en toda la ciudad, por hay nos pasó información un testigo protegido, que en este barrio piojoso lo mataron y como dices que tu fuiste ya te chingaste.
“El Ranas” quiso cambiar lo que dijo y echo de cabeza a sus compañeros que lo mataron entre todos, pero se lo llevaron a los separos hasta que pagara un perro, Dobernan con valor de 10 mil pesos. Se pasó cerca de un año, en el bote, su vieja fue a decirle que descubrió que los que se robaron los pollos fueron los vecinos. Eso enchilo más al “Ranas” que cuando salio de la cárcel lo primero que fue hacer ir a mentarle la madre a su suegra por chismosa, por meterle en la cabeza la idea que existía el nahual.
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