“Píntame angelitos negros”

“Píntame angelitos negros”

Entre líneas

El último párrafo del artículo 1º de la Constitución Política Mexicana establece que está prohibido discriminar, entre otras cuestiones, por origen étnico o nacional o cualquier otra “categoría sospechosa” que atente contra la dignidad humana y anule o menoscabe los derechos y libertades de las personas.

De igual manera, existen dos tipos de discriminación: la positiva y la negativa, siendo ésta última -negativa- la que generalmente se identifica como “discriminación”. Sin embargo, la discriminación positiva implica ejecutar acciones afirmativas que permitan a los colectivos marginados o excluidos, eliminar los obstáculos para garantizar la igualdad real.

En otras palabras, no toda discriminación es negativa, pero lamentablemente ésta es la más frecuente.

Baste reflexionar sobre la discriminación racial (por motivos de raza, color u origen nacional), que se basa -desde luego injustificadamente- en pretender la superioridad de una raza sobre otra, en generar la segregación de un colectivo haciendo distinción entre personas según su color de piel: blanca, morena, trigueña, negra, etc.

Por ello, la Declaración de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, la Convención Internacional Sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (y su respectivo Comité), así como el Convenio relativo a la Discriminación en materia de Empleo y Ocupación y la Convención relativa a la Lucha contra las Discriminaciones en la esfera de la Enseñanza, son instrumentos que impulsan la erradicación de esas prácticas discriminatorias.

No obstante, estos esfuerzos internacionales difícilmente permean en la población, que históricamente influenciadas por el colonialismo y los discursos de odio, ha excluido a las personas de piel morena o negra, -recordemos el Ku Kux Klan en Estados Unidos o a los españoles o criollos en México-; y es que pareciera tan vigente y cotidiana esta forma de discriminar, que se ha normalizado en la sátira mexicana y es común escuchar canciones como “La negra Tomasa”, “Morena mía”, “Negrita”… y  nos parece hasta aceptable el calificativo.

A pesar de ello, exaltar las diferencias de color de piel no resulta cuestionable, hasta que es motivo de una ofensa, humillación, exclusión, limitación o preferencia y violación al derecho de ser tratados iguales en todos los espacios y ante todas las personas (tanto físicas como morales o jurídico-colectivas).

De ahí que, es importante reconocer y evidenciar estas distinciones para entender que no es “normal” ni tampoco acorde al principio de igualdad y no discriminación y que ésta se sanciona en el Código Penal del Estado de Hidalgo, con un delito contemplado en el artículo 202 bis, hasta con cuatro años y medio de prisión.

Lamentablemente estas conductas racistas discriminatorias no solo se realizan por personas adultas, también los menores de edad en vías de aprendizaje y reproducción de esquemas culturales -sobre todo en entornos escolares- suelen perpetuar estos estereotipos discriminatorios acosando o menospreciando a quienes tienen un color de piel oscura (morena o negra) -no blanca-, violencia escolar por exclusión social que se encuentra contemplada en la Ley para la Prevención, Atención y Erradicación de Violencia Escolar en el Estado de Hidalgo, y desde luego, también amerita sanción (artículo 30 de la Ley).

Por ello, combatir los prejuicios raciales es un trabajo que debe comenzar en la infancia, cuestionando tales estereotipos y prejuicios, tanto responsables de la crianza como las personas menores, generando una red social culturalmente diversa que permita incluir a una variedad de amistades que les permita perder “el miedo a la diferencia”.

Al fin y al cabo, ya el poeta venezolano Andrés Eloy Blanco, cantado por Pedro Infante, expresó: 

“(…) Pintor que pintas tu tierra,

si quieres pintar tu cielo,

cuando pintas angelitos

acuérdate de tu pueblo

y al lado del ángel rubio

y junto al ángel trigueño,

aunque la Virgen sea blanca,

píntame angelitos negros. (…)”

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