
ALFIL NEGRO
Me gusta mirar la luna
cuando en las noches sin nubes
viene rodando, rodando
por los caminos del Real,
y deja por el sendero
un regadero de plata
caminito de Santiago
de la estrella de Belén.
Me gusta mirar el cielo
de esta ciudad de Pachuca,
es sólo un pedazo corto
pero es el cielo que
en suerte a nosotros nos tocó,
siempre lleno de luceros
de cometas y de estrellas,
juguetes de nuestros niños
misterioso y majestuoso,
siempre viejo siempre nuevo,
y sus cometas que pasan
correr de ángeles pequeños
jugando a la eternidad.
Me gusta vivir los bosques
vida con ramas y hojas,
el Chico canción tan Verde
el Hiloche con su casco
de minero y soñador,
los Mármoles siempre atento
al misterio por venir.
Y los ríos de nuestra tierra
el Amajac cantarino
el Moctezuma y su empeño
por crecer y ser más alto,
el Márquez y el Calabozo,
y el dibujo siempre fresco
de peces que van y vienen
ademanes que se escurren
y no vuelven nunca más.
Me gusta ver los Atlantes
la tierra de Quetzalcóatl,
y el misterio del xicuco
junto con el dios del viento
con su juego de pelota,
y sus pirámides recias
hechas de tiempo y de sol.
Me gustan nuestras lagunas
la de Atezca verde jade,
Metztitlán, Tecocomulco,
y sus sueños en las noches
cuando la luna se asoma
para peinar su verdad.
Me gusta mirar los prismas
mientras los bañan las aguas,
y su salmo hecho de roca,
de su porte franciscano
humildes en su grandeza
sencillos en su pobreza,
tan cerca del Dios eterno
oración de piedra y agua,
crecidos aquí en mi tierra
con los brazos sujetados
por el viento y por el sol.
Me gusta oír en Pachuca
el reloj con sus campanas
y ver cómo van brincando,
esas monedas de plata
por sus calles y sus barrios,
mientras nos marca las horas
vividas y por vivir.
Me gusta mi estado todo
porque aquí descansan ya
mi padre y un hijo idos
tan dentro del corazón.
Porque aquí viven mis hijos
mi esposa, hermanos y amigos,
porque esta tierra de plata
de viento y de minas ricas
un día cualquiera que venga
me mirará en la partida
para otro camino nuevo,
con rumbo a bosques eternos
a lagunas todas llenas
de ángeles de plata pura,
y miraré esta tierra
con nostalgia y con ternura
y quizá con gran jolgorio
resonarán los huapangos
en eterno carnaval.