
El Faro
En Playa del Carmen, la calle más conocida es la quinta avenida norte. Toda ella peatonal, está muy cerca de la playa que se asoma al mar. Los turistas pueden encontrar en esta avenida comercios para consumir. El tráfico de personas es realmente denso, sobre todo en ciertos horarios. Parece que hablar en un mismo párrafo, de manera condensada, de Quintana Roo, de la playa y de las compras sugiere automáticamente una sonrisa en el rostro, la bolsa muy llena y la ilusión de unas vacaciones.
Este sábado pasado se levantó en el mero centro de esta avenida quintanarroense, en torno a las 6 de la tarde, una balacera que tensó el ambiente general de transeúntes y de mercaderes. Aparecieron patrullas, llegó la marina, se cancelaron calles y, excepto algunos curiosos, todos mantenían la tensión y preocupación en sus caras. No era la primera balacera que se daba en esa calle, no son infrecuentes y, por desgracia, es muy probable que no sea la última. Si esto fuera así, parecería que este hecho, por tanto, sería irrelevante.
Paseando por esa calle se ven negocios abundantes de cigarros, de medicinas, de alcohol. Se oyen acentos europeos, sudamericanos, norteamericanos, mexicanos. Alguien medianamente observador se preguntaría por la razón de la sobreabundancia de esos tipos de negocios y por la relación que ellos tendrían con las diversas nacionalidades que se reconocen.
Aunque todo esté en paz, pareciera que existe una estructura económica que crece por algún motivo organizado en esta calle. ¿Cuál será el motivo por el que se venden tantos cigarros? ¿No se venderán en Estados Unidos y en Italia? ¿Por qué se venden tantas medicinas (muy específicas algunas)? ¿No habrá en Francia o Argentina? ¿Por qué tantos negocios de alcohol? ¿No abrirán con éxito bares, pubs en Canadá o en Inglaterra o Australia?
No es que yo quiera pensar mal, pero me da la impresión que existen no pocos lugares en nuestra nación en que las cosas no se hacen del todo bien. Digámoslo mejor, creo que vamos creando poco a poco estructuras aparentemente inocuas, que de fondo tienen una intencionalidad muy claramente organizada de hacer negocio a cualquier precio y con cualquier producto. Es muy probable que todos los que comercian en la quinta avenida sepan de ciertas actividades, sepan de ciertas personas, sepan de ciertos contubernios, sepan de ciertas situaciones.
El silencio, la mirada nerviosa, el cuidado ante las palabras son herramientas que se van afinando cada vez más en las calles de México. La violencia, la observación, la tensión, las actividades, la presencia del ejército y de la policía en las calles son síntomas cada vez más claros de que vivimos sobre un polvorín explosivo que de vez en cuando revienta con muertes, heridos, actos de violencia y desaparecidos. De lo que viven los políticos, de lo que viven los narcos, de lo que viven los comerciantes, de lo que vivimos todos tienen en común la violencia, la observación, la tensión cotidiana. Quizá no sea la mejor manera de vivir.
Estuvimos en esa avenida, ese día, a esa hora.