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¿Quién pagará los platos?

¿Quién pagará los platos?

PEDAZOS DE VIDA

Qué rico estaba el pozole, pero qué se puede decir tratándose del pozole de doña Juana, ese que está en su punto; colorado por el jitomate de la región, con la carne de pollo y puerco deshebradas, el maíz, y la lechuga que flota en el caldo como isla donde habitan los rábanos, la cebolla, el orégano y el chile piquín, nada más de recordar se hace agua la boca.  Lástima que  hoy no hay dinero para ir a comer pozole..

¡Ah! pero ese día… fue hace como dos meses que llegamos a comer con doña Juana, yo me pedí un pozole y este güey se pidió una pancita, no sé qué pasó pero doña Juana le dijo que se estuviera quieto; ya ves como es la ñora, bien llevadita… Ese día, como siempre, tenía un chingo de gente, nosotros nos metimos y agarramos lugar porque una familia acababa de tragar y se estaban yendo, no nos esperamos ni a que limpiaran la mesa, le caímos y ya.

La neta ya teníamos hambre, parecíamos pinches perros hambreados con la lengua de fuera esperando los caldos, y la doña que no servía. Ya su nuera se compadeció y nos atendió, pero en eso estábamos cuando llegó un ñor, de esos que usan pinches gorritos mamones, a lo mejor si tenía varo, pero quién sabe. Pero de que lo despacharon más rápido que al Chato y a mí, lo despacharon.

Cuando llegó el pozole comencé a componerme, ya nos hacía falta, no habíamos dormido nada y ni cuenta me había dado de que mi pantalón estaba roto de las nalgas, hasta que sentí el frío de la silla y pensé que estaba mojada, así estábamos, de la rechingada y hasta el culo de pedos. Todo por culpa del Chato que quería seguirla por lo de su vieja, y ahí está su pendejo que lo sigue siempre. Además cuando nos chingamos la botella ya iba a amanecer…

Nada más vi el caldito y á su…  lueguito le aventé la lechuga y lo demás, el Chato estaba con su panza, no sé cómo se puede comer esa chingadera si huele refeo.  Estábamos en eso cuando vimos que el ñor gordo del gorrito se levantó y empezó como a querer toser, tiró la mesa y los platos se fueron derechitos al suelo, no vimos ni cómo pero el ñor ya estaba tirado en el suelo con las manos en el pescuezo.

Ya se estaba ahogando cuando la ñora gritó ¡auxilio!, su cara estaba entre roja y morada, nada más pelaba los ojos como queriendo sacarlos de rebote, nosotros nada más nos quedamos viendo hasta que un cabrón se le aventó encima y le apachurró la panza, luego llegó la ambulancia y se lo llevaron, ya se estaba ahogando con un hueso del pozole…

No supimos nada más, y ni así se nos quitó el hambre. Esperamos a que se llevaran al gordito y  le reclamamos a doña Juana que quién iba a pagar los platos que nos tiraron y bien encabronada nos echó una mirada de no tienen perdón de Dios y nos dio otros; eso sí, llenos como si no les hubiéramos comido nada a los que se cayeron. Vieja roñosa, si nosotros no tuvimos la culpa, pinche vieja loca, pero qué rico pozole hace, eso que ni qué, con eso todo se le perdona a la ruca.

Ya hace hambre y aquí sin tener para tragar, pero carnalito si me invitas un pozole te llevo a conocer a doña Juana…