
Pido la palabra
Políticos ricos, líderes sindicales ricos, servidores públicos ricos, y el pueblo trabajador pobre y con un futuro más incierto que nunca; aunque estamos bien entretenidos con las corcholatas, peleándonos entre los abajeños por gente que nunca sabrá de nuestra existencia.
También, nos mantenemos expectantes ante la noticia sobre el reciente helicopterazo que ha costado la vida a soldados del ejército mexicano; los medios de comunicación nos mantendrán oportunamente informados sobre las “cajas negras” y todo lo que se maneja respecto de este asunto, claro está, hasta donde sea posible conocer.
Pareciese que nuestra vida ha alcanzado un punto de equilibrio en donde las noticias, cualquiera que sean, al día siguiente se tornan irrelevantes, y con ello damos la impresión de que somos seres impactados por el momento, pero obnubilados, casi de inmediato, por una nueva noticia que sustituye a la anterior, y nos convierte en autómatas de nuestra propia existencia
Pero la vida, nuestra vida, está llena de realidades cotidianas que superan la ficción; lo que ayer leíamos en una novela, hoy vemos que sigue más vigente que nunca; “Los Olvidados” de Buñuel siguen siendo los olvidados de nuestros tiempos; gente sufriendo en silencio por el vacío de la incertidumbre, por el vacío de la desesperanza; y todo por ese vacío provocado por los bolsillos ávidos de dinero, pero llenos de desesperación.
El contraste, mientras a unos los tiene despiertos la democracia institucionalizada, trabajando horas extras para resolver al vapor lo que nos guiará los siguientes años, otros seguimos durmiendo el sueño de los justos, gritando que el Director Técnico de la selección de fútbol debería renunciar.
Los años van pasando y la gente se va con ellos, en eso sí que no hay duda, nacer, crecer, reproducirse y morir, es lo único cierto; millones sintiéndose felices con los éxitos de otros; éxitos que hacemos nuestros para no dejar de soñar, aunque la mayoría no logre esbozar el menor de sus sueños; nos han dicho que debemos luchar para alcanzar lo que queremos, pero a veces esos años de lucha los mata el bandido de cuello blanco que nada hace y todo arrebata, y las manos vacías nos regresan a la realidad: mi voto es solo una sofisma legitimador.
“Tener más” ha dejado de ser la meta para la mayoría de los mexicanos, ahora lo nuevo es “tener lo suficiente”; tener queso es importante, pero no tanto como salir de la ratonera, esa ratonera en la que estamos inmersos desde hace varios años y en la que todos tenemos algo de responsabilidad.
Nuestros “muros”, o como se les llame a nuestras historias en internet, hoy sirven más para saber lo que estamos comiendo y para presumir los lugares que hemos visitado, que para dar a conocer lo que estamos proyectando y parar oreja a nuevas oportunidades; sí, sé que son redes sociales y no redes políticas, pero nos hemos olvidado que somos un animal político, un “zoon politikon” con necesidades más allá de una simple quejas que agravia nuestro ego y ensucia nuestra vanidad.
No seamos los súper machos que nuestra mediocridad y soberbia nos haga gritar públicamente defendiendo a sujetos indefendibles.
Aprendamos que somos gente de carne y hueso, llenos de contradicciones que debemos hacer trabajar a nuestro favor, pues las diferencias de opiniones también son motor de crecimiento, cuando las asumamos para construir
Por ello, hagamos conciencia y formemos parte de ese selecto grupo que en lugar de inmovilizarse, se motivan, se impulsan y hacen de sus puntos negros, una plataforma de oportunidad; tal vez nadie nos dé una medalla, no importa; tal vez nadie nos reconozca el esfuerzo, ¿qué más da? Tal vez muchos intenten ponernos zancadillas y tenernos con un pie en el cuello, a eso nos exponemos; pero tal vez, y con muchas probabilidades de éxito, logremos evitar el jamás tener que agachar la cabeza por la incertidumbre de saber si tenemos el valor de ser nosotros mismos y no solo lo que el “destino” nos depare. El contraste más grave lo tenemos en nuestro pensamiento, nos creemos los reyes de la selva, pero nuestros actos nos dicen que no alcanzamos ni siquiera el nivel de Pumba.
Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.
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