Home Relatos Dicen…

Dicen…

Dicen…

PEDAZOS DE VIDA

I

Dicen que hace décadas que la Gran Serpiente no se ha mostrado ante los humanos, el último hombre que dijo verla, fue don Agripino Murúa. Él  murió hace 40 años, y desde entonces en la selva no se ha vuelto saber de la gran serpiente, no hubo más trozos de cambio de piel que encontraba la gente, los últimos están en el museo de la gran serpiente pero ya son más polvo que nada. Según los cálculos la serpiente medía entre 25 y 30 metros, pero hasta ahora y a pesar de la tecnología nueva no se ha podido encontrar rastro de ella.

Algunos dicen que jamás regresará, otros que era un Dios guardián de la selva que al no haber podido cumplir su misión fue inmolado por los otros Dioses, lo cierto es que el pueblo sigue entregando sus ofrendas con puntualidad, quizá la serpiente se sacrificó para que la vida continuara, quizá sólo se cansó de los humanos, o a lo mejor la serpiente sigue ahí pero no ha nacido la nueva generación que podrá verla de nuevo.

II

Mi tía dice que eran tres hombrecitos como de 35 centímetros de altura, que estaban vestidos con ropas extrañas, aunque no pudo distinguir entre la luz de la luna si era ropa o era su piel. Dice que cuando los vio se quedó quieta y callada; entonces, los hombrecitos al mismo tiempo voltearon y la miraron también, luego se ignoraron y cada quién siguió su camino. Mi tía se fue para su casa, como el gato que ignora a la rata por temor de ser atacado y ellos se fueron como la rata que ignora al gato como si el felino no se diera cuenta de su existencia o quizá al revés.

III

Hace mucho tiempo que murió la comadre Jacinta, y aunque mi abuela le tenía mucho aprecio nunca pudo quitarse de la cabeza que su comadre era bruja, pero además que era de las buenas, de las “efectivas” de las que  sí saben echar los males, pero nunca supo cómo preguntar y doña Jacinta a pesar de la mucha confianza, nunca dijo algo al respecto.

Mi abuela dice que el gran mal que ella presenció fue una tarde cuando fue a ver a su otra comadre, doña Manuelita, una señora que estaba enferma y que no se llevaba bien con doña Jacinta. Manuelita le dijo que un par de días antes Jacinta la había ido a visitar y que de muy buena forma le había llevado unas frutas y nueces de su cosecha, pero que no se las había querido comer debido a la desconfianza que le tenía a Jacinta.

Mi abuela que dudaba de Manuela y sus historias, le dijo que si no quería la fruta que la regalara, y Manuelita no dudó ni un instante, le señaló la canasta en donde la había puesto y descubrió que la comida estaba llena de gusanos, mi abuela dice que esa fue la prueba de la brujería, y por eso doña Jacinta se murió la con la fama que quizá las moscas le dejaron al dejar sus larvas en los jugosos frutos de su árbol.