Sin los árboles “el cielo caerá sobre nosotros”

Sin los árboles “el cielo caerá sobre nosotros”
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Por Isabel Martínez Pita | EFE REPORTAJES

Los árboles son esos habitantes de la naturaleza necesarios para el mantenimiento de la vida y la salud del planeta, pero su tala deliberada está provocando que las causas del calentamiento global sean inexorables. El Día Mundial del Árbol, que se celebra el 28 de junio, es una fecha para recordarnos la estrecha relación entre las raíces de estos seres vivos y las de los humanos.

LA CONCIENCIA MEDIOAMBIENTAL

La deforestación, entre otras causas, ha causado un desequilibrio planetario que nos conduce a un futuro cada vez más incierto, según el escritor, para quien, “es curioso que las antiguas tradiciones tuvieran una conciencia medioambiental mucho más clara”.

Ignacio Abella narra que Chan´Kin Viejo (1900-1996), el último to’ohil (líder espiritual) de los lacandones, denunció la tala de árboles de su territorio por parte de los “extranjeros” que saqueaban la tierra de sus ancestros, e inculcó siempre entre su gente la relación respetuosa con el mundo natural y el respeto por las influencias del mundo exterior, cuidando de mantener las propias tradiciones, formas de vida e identidad.

Los lacandones son un grupo indígena, procedente de la civilización maya, que vive actualmente en la selva Lacandona, en la provincia de Chiapas (México).

Ante los problemas que se derivan del cambio climático, la existencia y supervivencia de los árboles resulta imprescindible, por el oxígeno que producen, por la contaminación que reducen a todos los niveles y por tantísimas otras cosas que favorecen a la naturaleza y la vida.

“Pero si sólo lo entendemos bajo un punto de vista intelectual o científico, aunque también sea necesario, no seremos capaces de entender realmente al árbol, no lo consideraremos realmente como algo nuestro de lo que formamos parte y con el que, yo diría, que hace falta tener una relación espiritual”, subraya el investigador.

Y cita un proverbio: “los árboles son las columnas del cielo, si los derribamos el cielo caerá sobre nosotros”.

“ESENCIALES PARA LAS GENERACIONES VENIDERAS”.

Esa empatía de nuevo con el árbol, dice el escritor, “nos incitará a defenderlo y protegerlo, a plantarlo y a tener ese mismo sentimiento del que formamos parte de un mundo en el que los árboles son esenciales para las generaciones venideras”.

“Para nuestros mayores, los ancestros en todas las tradiciones de todos los continentes, cuando éramos indígenas, existían esas raíces en el entorno en el que vivíamos; el árbol era siempre el centro del mundo, lo mismo podemos verlo en la cosmogonía maya o en el universo mítico de los vikingos, donde el gran árbol del mundo mantiene y sostiene todo el universo”.

Árboles como la ceiba, ha sido árbol sagrado de los mayas y árbol nacional de Guatemala; el ahuehuete en México, o el Guanacaste, árbol nacional de Costa Rica, pero que recorre las zonas tropicales y cálidas de América Central hasta el norte de Sudamérica.

UNA GESTIÓN SOSTENIBLE DEL ARBOLADO 

Una gestión sostenible del arbolado y el bosque puede paliar en gran medida estas situaciones a una escala local y global. Pero no basta plantar muchos árboles, es preciso utilizar las especies adecuadas a cada lugar y paisaje.

Abella sostiene que hay que “evitar las plantaciones masivas de monocultivos que pueden resultar muy rentables para las multinacionales que los implantan, pero resultan catastróficos para los paisajes y las comunidades locales, acabando con la diversidad y consumiendo los recursos hídricos de los territorios, agravando en suma los problemas ecológicos”.

Es, por otro lado, en las ciudades donde resulta más difícil, pero más necesario, cultivar esos grandes ejemplares que generan un clima saludable y benéfico, también a nivel anímico. “Los estudios demuestran que la presencia de arbolado urbano tiene unos efectos físicos y psíquicos que inciden incluso sobre el nivel de estrés o conflictividad social”, concluye Ignacio Abella.

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