No sabemos trabajar en equipo…

No sabemos trabajar en equipo…

Pido la palabra 

Todos somos parte de una familia, cada uno de sus integrantes representa un engrane fundamental en el buen funcionamiento de ese núcleo básico de la sociedad, cada cual pone su granito de arena y su personal estilo para hacer de la convivencia familiar el lugar y momento preciso que nos proporcione seguridad y bienestar; no obstante, los enojos normales entre los miembros de una misma familia, sabemos que en los momentos de crisis, seguimos el ejemplo de los tres mosqueteros: todos para uno y uno para todos.

En todos los tiempos, etnias o estratos sociales, resulta indiscutible que la base esencial de crecimiento se sujeta al principio de la Unidad; incluso para la clase política el factor “cantidad” es de vital importancia; los sistemas democráticos hacen pensar siempre en el número; la posición de un ciudadano es, para ellos, tanto más “defendible”, cuanto mayor es el colectivo en que se encuadra y mejor organizado está; el “número manda” y frente a esta realidad el principio de que “LA UNIÓN HACE LA FUERZA” se convierte en una verdad incontrovertible.

Por ello resulta digno de comentarse lo que recurrentemente se presenta en las prácticas políticas, pareciese un “todos contra todos”, cuidándose las espaldas y apuñalando al que profesa una posición diferente a la nuestra; precisamente por esa razón a la política se le ha vilipendiado, se le tiene calificada como una ciencia en donde la mentira y la corrupción son sus herramientas favoritas.

En lugar de “Unidad”, andamos a la greña, o como coloquialmente se dice “andamos como perros y gatos”; cada cual jalando para su lado; no trabajamos en equipo; los intereses de unos, casi por sistema son rechazados por los otros; de esta manera la liga termina reventándose por lo más delgado y el resultado es que “el pez más grande siempre se come al pez chico”; se prefiere vencer en lugar de convencer; los mayoritarios sólo son sinónimo de triunfalismos efímeros para algunos, aunque del lado opuesto, los grupos vencidos se llenan de resentidos que tarde o temprano se la cobrarán.

Lo que veo es una brutal pérdida de energía, los esfuerzos se van a la basura por no saber trabajar con un objetivo común; cada semana hay un tema nuevo para polarizar posiciones, pero jamás un tema de integración a través del diálogo o la negociación; mientras tanto, OTROS CRECEN AL AMPARO DE NUESTRA INCAPACIDAD DE DIÁLOGO; nos auto goleamos, nos metemos zancadillas y al final cómodamente siempre le echamos la culpa al pasado y no admitimos nunca nuestra propia responsabilidad.

¿Cuánto tiempo llevamos peleándonos por cualquier cosa que se nos atraviese en el camino?; Meses de esfuerzos estériles, de enconos que no nos han permitido correr con la velocidad que nuestras necesidades requieren; debemos privilegiar el diálogo, y, ¡al diablo con el enfrentamiento!

Si no somos parte de la solución, entonces nos convertimos en parte del problema. Por ejemplo, Usted amigo lector, ¿conoce los puntos finos del problema económico en el que estamos inmersos y que provoca la inflación y el alto costo de la vida?; cualquiera que sea la respuesta, lo más probables es que ésta adolezca de deficiencias, por lo incompleto de los conceptos que cada uno de nosotros conoce y maneja, pues la información que en este momento tenemos es muy general, lo cual da pie a un sinnúmero de conjeturas e hipótesis.

Pero el que usted o yo no conozcamos con precisión en este momento los pormenores de ese tema, de ninguna manera nos coloca en calidad de bultos, ni debe hacernos sentir como ciudadanos irresponsables que no estamos al tanto de las necesidades de nuestra Nación, ya que para el ejercicio de esa función tenemos a un grupo de connotados mexicanos que nos representan escrupulosamente.

Estos nobles, leales, distinguidos, preclaros, y probos ciudadanos que tanto lucharon en campaña para ganarse un lugarcito en nuestro corazón y de esta manera obtener los votos suficientes que los llevara a la curul o el escaño que hoy debieran estar ocupando, son los que tienen la responsabilidad de guiarnos con su envidiable sabiduría, darnos a conocer los pros y los contras de cualquier iniciativa que tienda a resolver el problema, para de esta manera, podamos exclamar con orgullo que nuestros impuestos están trabajando.

Pero de súbito regreso a la realidad, los hechos me colocan nuevamente en el México de los cocolazos y las patadas “bajomeseras”; Los congresos se han convertido en una Babel legislativa por el indebido ejercicio de la política y por el nulo interés de los ciudadanos de involucrarnos en temas que son relevantes para nuestra convivencia.

Quizá deberíamos aprender algo de seres considerados “inferiores” como los insectos; las hormigas, por ejemplo, nos ponen la muestra de “organización”, esa organización que nosotros, los soberbios, inteligentes, pensantes y superiores de la creación no hemos podido tener; quizá si dejamos de ver hacia abajo a los demás y por un momento levantamos los ojos, nos daríamos cuenta que no somos el punto más alto, y luego, con respeto reencauzaríamos el camino en donde en verdad la solución seamos todos.

Las palabras se las lleva el viento, pero mi pensamiento escrito está.

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