¿A quién le importa?

¿A quién le importa?

El Faro 

En los principales medios de comunicación del país se destacaban hoy los  elementos políticos. Se comentaba lo que pasó con los supuestos candidatos de Morena durante el fin de semana. Sobre el quién de ellos está realmente en la pelea para la “grande”, si lo que hicieron era legal o ilegal, qué es lo que habían dicho cada uno de ellos, cómo habían reaccionado los opositores de otras fuerzas políticas…

También aparecen en lugares importantes quién salió elegido presidente en Colombia, cuál es su pasado, cuál es su ideología, qué pensamientos tiene y cómo se alinea con el resto de autoridades de países latinoamericanos.

Salí esta mañana temprano de la casa y nada de eso me pareció relevante para mi quehacer cotidiano. El mandado no se diferenció en su costo de ninguna de esas noticias. El precio de la gasolina no fue más barato porque ganaran las izquierdas o las derechas. Mis pendientes no se solucionaron porque uno de los tres pretendientes a la “grande” estuviera por delante de los otros dos.

Nuestro mundo gira en exceso en torno a la hiperpolitización fácil de la sociedad. Esas noticias pareciera que definen nuestra vida y que cada uno de nosotros al levantarnos por la mañana dependemos de ellas. La realidad es que ellos están en sus cosas, muy interesadas todas para ellos mismos, y los demás hacemos nuestra vida como vamos pudiendo.

Anoche estaba terminando de leer un libro de una política y activista francesa llamada Simone Veil. Es su autobiografía y se titula Una vida (2010). En este texto pasa revista a eventos importantes de su vida y, probablemente, de la vida de los demás: nacimiento y entendimiento de la Unión Europea, discusión y aprobación sobre la ley de interrupción del embarazo en Francia, resurgimiento de la Europa post Segunda Guerra Mundial, experiencia de ella y de su familia al ser deportadas a campos de exterminio…

Cuando ella recuerda el trabajo de conciencia y reconocimiento en Francia ante la deportación de los judíos a los campos de exterminio, ofrece unas pistas que pueden ser útiles: el Estado confiesa que él mismo impulsó la deportación, establece una institución que se encarga de conocer las expropiaciones y malos tratos, destina un presupuesto suficiente para restituir a los deportados y sus familias, establece una fecha oficial de recuerdo de los hechos, premia y reconoce a los Justos que de manera altruista ayudaron a familias judías…

Durante el fin de semana también hubo noticias de muertos, balaceras, enfrentamientos en Tamaulipas y otros lugares de México. Más muertos, más cuerpos sin reclamar ni reconocer, más miedo, más familias que sufren, más pérdidas… Esto sí es importante para la vida cotidiana de los mexicanos. Ojalá el estado reconozca cómo interactúa con los grupos de delincuencia organizada, ojalá nombren una institución con presupuesto suficiente para dar seguimiento a las familias despojadas de sus seres queridos, ojalá haya fechas de recuerdo de los muertos, ojalá se reconozca a los que ayudan a los demás. Esto sí es importante, lo de la polaca del 2024, ¿a quién le importa?