RELATOS DE VIDA
Aún los recuerdos, las historias que armó mi imaginación, las imágenes de lo que encontré y vi por casualidad y por metiche, siguen ahí, están clavadas en una parte de mi mente y de mi corazón.
Todavía, en los días más felices aparecen esos instantes crueles y por demás dolorosos, que siguen en lucha por quedarse ahí para recordarme, una, otra vez y las veces que sean necesarias, que no debo claudicar.
Y es que hay ocasiones en las que te apareces como por arte de magia en mis pensamientos, tan solo al hacer limpieza y encontrarme con algo tuyo que creí haber desaparecido de la faz de la tierra.
No, aún no estás cerca de irte de mi, ni de mi cabeza, ideas, pensamientos, sentimientos, incluso de ninguno de mis cinco sentidos, porque cada uno de esos recuerdos siguen tan impregnados como al principio.
Le “echo ganas”, como muchos me sugieren, y en verdad he superado un gran porcentaje de esa vida sin luz ni alegría de la que logré salir, pero a la que continúo aferrada por orgullo y ego, al seguir cuestionándome ¿por qué a mi’
Y ahora lo único que me saca del embrollo que la mayoría de las ocasiones armo, es repetir miles de veces, mereces algo mejor, mereces vivir en plenitud, mereces sentirte amada, mereces reencontrarte y ser feliz.
No lo sé a ciencia cierta si lo estoy logrando, en cada terapia surge algo nuevo, pero también en cada sesión se asoma más esa niña que sonreía y disfrutaba cada instante de la vida.
Sé que algún día te habré superado, y también sé que por instantes te asomarás en mi mente y en mi corazón, y no estará mal, porque ya no me dolerá, pues solo será un recordatorio de lo que no necesito ni quiero en mi nueva vida.
