La soberbia de los mismos 

La soberbia de los mismos 

OPINIÓN

Una vez que el cómputo estatal dio el triunfo a Julio Menchaca Salazar como gobernador electo para el estado de Hidalgo y, tras haberse comprobado que el margen de votos es bastante amplio como para suponer que la elección se caerá en los tribunales, los hidalguenses esperamos que el cambio con el que hemos soñado muchos y con el que soñaron algunos que ya no lo vieron, sea una realidad en el estado que estuvo 96 años bajo el mando del PRI. 

Hoy es lamentable que mientras con serenidad y humildad, Julio Menchaca acepta el triunfo, los mismos soberbios de siempre, las ratas que abandonaron con clara muestra de nula lealtad a sus ex partidos, salgan a las calles a gritar el típico “¡ganamos!” queriéndose hacer pasar por lobos arrepentidos que ahora son tiernas ovejas.  

También podría resultar gracioso ver como perfiles tan rancios y vividores de la política se suman al triunfo de Morena en la entidad, algo que ya se venía venir y por lo que varios decidieron sumarse antes de verse consumados en sus partidos de origen: trigales a los que como plagas, huyeron tras devorarlo todo. Y digo, resultaría gracioso de no ser porque esta situación puede poner en riesgo el cambio verdadero en Hidalgo.

El anuncio que ha hecho Julio Menchaca sobre el poner nuevos perfiles, tras una minuciosa selección, en el gabinete estatal, genera un poco de alivio, ya que sería desagradable para los hidalguenses ver de nuevo en el gabinete a los mismos de siempre, los mismos soberbios que aseguran que con la victoria del gobernador electo, tienen resuelta su economía y su vida laboral o estarán en nómina gubernamental sin tener que hacer mucho.

“¡Ganamos!” es la frase que repiten unos y otros, y quizá se les podría contestar: “lo único que ganaron es que la gente los vea sin la máscara, ganaron quitarse el disfraz y mostrarse como las bestias rapaces que son, ganaron el desprecio de los morenistas fundadores y también el de la gente que ya los ubica por la forma de operar, por cobrar con la derecha y decirse de izquierda”.

Qué fácil es ahora detectar a los oportunistas, y el pueblo lo sabe, se da cuenta de que aquellos son basura, que no deben seguir vigentes en un estado que, al menos en estos momentos, está iluminado por el faro de la esperanza y ojalá también el gobernador electo tenga en cuenta que en Hidalgo se requiere de una transformación profunda que debe comenzar con no reciclar perfiles de ex funcionarios que no tienen nada de lo que se requiere para iniciar un proyecto transformador, sobre todo, lealtad. Lealtad al pueblo de Hidalgo. 

En estos momentos Julio Menchaca tiene la oportunidad de consolidar la confianza que la gente le brindó para sacar a los mismos de siempre del gobierno, y ojalá los saque sino para siempre, al menos durante los próximos sexenios, porque sería lamentable echar por la borda la esperanza que hoy tiene el pueblo de Hidalgo, sería lamentable y llenaría de desilusión ver que fulano que estuvo en tal dependencia en los gobiernos del PRI ahora está en tal dependencia en el gobierno de Menchaca.

Si hoy la alternancia llegó a Hidalgo bajo la bandera de cambio y de sacar a los mismos del poder, los hidalguenses solo esperan que ese cambio sea verdadero y que en verdad se saque a los mismos del poder, que no queden secuelas, que no quede un sólo perfil de confianza que haya pertenecido a las administraciones anteriores.

Hoy Hidalgo tiene sed de cambio, tiene sed de un nuevo amanecer, tiene ganas de ver a gente trabajadora en cada dependencia y sobre todo tiene la esperanza de que los rostros cambien, ya lo dijeron en las urnas. Y Julio Menchaca seguramente atenderá la voluntad del pueblo. Y aprovechando, ya si en la recta final no se cumple con el cambio verdadero, que al menos la gente diga: “nos robaron los nuevos, no los mismos  de siempre, los mismos que como chinches (por décadas) no tuvieron llenadera”. 

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