OPINIÓN
Oficialmente, hoy se acabaron las campañas, y con ello comienza el tiempo de “veda electoral”, tiempo que por años se ha ocupado para establecer estrategias de operación política que repercutan directamente en los resultados de la elección del próximo cinco de junio, es decir, para ultimar los detalles necesarios de “las cochinadas” y “puerquero político” que algunos hacen para desestabilizar procesos, robar votos o intimidar a la gente para que no acuda a las urnas.
Quienes hayan estado dentro de un partido político y hayan sido cercanos a las dirigencias de estos, saben y entienden muy bien esto del último tirón, eso de poner toda la carne al asador y de los movimientos que se hacen para ganar una elección que se ve en riesgo de estar perdida.
Por otra parte la gente y medios de comunicación han sido testigos de diversas formas de operar que tienen los partidos y actores políticos con tal de llevar agua a sus molinos, con tal de que los conteos finales les favorezcan con cada uno de los votos que consiguieron en las campañas sino durante la veda electoral.
Durante estos días, los actores políticos permanecen callados, pero a la sombra, el movimiento, es incluso, más intenso; ya que la compra de votos, la guerra sucia, y las “cochinadas” que ensucian un proceso electoral se intensifican en estos días, son horas cruciales para convencer “a la mala” a la ciudadanía por quién deben votar.
Y el día de la elección ni se diga, la operación carrusel que consiste en llevar a la gente que representa el voto duro a votar, o invitar a la gente a que vaya a votar y luego pase a desayunar a ciertas casas habilitadas para recibir a la gente que ha votado por X o Y partido, así mismo la compra de votos con foto de testimonio para que se sepa por quién votaron y muchas más.
Hablar de robo de urnas, conflictos y riñas, quema de boletas y más, son palabras mayores que no deben descartarse, ya que además de ser una manera cínica de ensuciar un proceso electoral son prácticas a las que recurren los desesperados.
Lo interesante será el actuar de las fuerzas políticas que en realidad tienen posibilidades de llegar y la forma en que buscarán hacerse de la gubernatura en estos días. Porque además de lo que suceda el día de la elección, todavía quedará la pelea legal en los tribunales, por lo anterior quien gane la elección deberá hacerlo con una ventaja avasalladora, de lo contrario no sería la primera vez que del plato a la boca se cae la sopa.
Finalmente, se acabaron las campañas, pero las traiciones nunca. Basta con ver la guerra sucia que se ha desatado en redes sociales, en mensajes de whatsapp. Y mencionar los pactos que se hacen por debajo de la mesa, aquellos que han jurado lealtad a unos pero han pedido el voto para otros, aquellos que hace como que trabajan pero no hacen nada. Otros que operan a la perfección una simulación y ni qué decir de los operadores y asesores de campaña que más que ayudar a su candidatos optaron por hundirlos con los últimos materiales generados y presentados ante la opinión pública.
Se acabaron las campañas, con estrategias fallidas y discursos que nunca funcionaron, se acabaron las campañas de simulación y el canto, se acabaron las campañas de los que comenzaron y se irán siendo perdedores, se acabaron las campañas que dejaron mucho que desear, se acabaron las promesas que nadie dijo cómo cumplirlas, y entre todo esto emergerá el perfil que encabezará el gobierno de Hidalgo por los próximos seis años.
¿En Hidalgo habrá gobernador o gobernadora? Y ¿A quién realmente le conviene esto?
