TRIUNFALISMO

TRIUNFALISMO

Familia Política 

Según la RAE, sofisma es un argumento falso o capcioso que pretende pasar por verdadero. En Lógica, falacia es un razonamiento que parece válido, pero no lo es; algunos se cometen intencionalmente para persuadir o manipular a los demás; otros sin intención, por descuido o ignorancia. 

En tiempos preelectorales, se pone de moda elaborar diagnósticos y pronósticos en relación con el trascendente fenómeno social. Una buena parte de la ciudadanía se involucra, aunque aparentemente no le vaya en los resultados, perjuicio o beneficio alguno. Ese segmento privilegiado (aunque no lo sepa) de la población, es víctima de un fenómeno similar al que, en cuestiones deportivas o religiosas, se conoce como fanatismo: una actitud fundamentalista en la cual, lo que menos importa es la verdad: hay que ganar la discusión, aunque pasado el tiempo y cumplidos los plazos, la realidad tenga otros datos. En este panorama pueden adoptarse dos actitudes extremas y excluyentes: triunfalismo o derrotismo.

El triunfalismo es la convicción real o supuesta, de seguridad en uno mismo y de superioridad respecto a los demás; actitud, a veces malsana, de afirmarse ante un grupo determinado y expresar con aire de suficiencia: ¿Ya ven? ¡Se los dije! cuando el pronóstico se cumple; cuando no, el frustrado profeta procura hacer discreto mutis y recurrir a la magia de la amnesia, para que el público olvide su fracaso y él siga siendo titular de la razón, aún en contra de la mismísima realidad. Repito: no importa descubrir la verdad; lo trascendente es justificar el triunfalismo a corto plazo, con base en razonamientos secundarios, tan falsos como el principal.

El triunfalismo busca, a priori, argumentos objetivos para fundamentar sus dichos lapidarios. En materia electoral, generalmente dice ¡Ya, ganamos! aunque el verdadero triunfador (candidato, planilla, equipo…) no haya recibido reconocimiento alguno del órgano de decisión; mucho menos de sus adversarios, quienes también se proclaman vencedores. 

La magia de las encuestas es tal, que suelen tomarse como principales argumentos para anunciar y sostener triunfos, hasta que la realidad surge de las urnas y se legitima con la fuerza indubitable de una sentencia judicial. Aún así, las que fallaron se utilizan para generar conflictos post electorales y pretender ganar en los tribunales.

Las encuestas de opinión son herramientas muy utilizadas en procesos electorales, deportivos y otros sucesos de competencia. Bien aplicadas, permiten aproximarse a la percepción de los consultados hacia las campañas, las propuestas, la personalidad de los candidatos, etcétera; lo cual, puede hacer que se refuercen las estrategias o se dé continuidad a las que ya se tienen; esto parece simple, sin embargo, para que sean funcionales, debe elaborarse e interpretarse por especialistas; de otro modo, no dejan de ser recursos de charlatanes y demagogos. 

Un siniestro personaje que alguna vez fue mi Gurú, definía a la encuesta, en general, como “un instrumento de paga, que pega, que induce y conduce”; entiéndase, estas mediciones son partes de un proceso de diagnóstico y pronóstico; no deben confundirse con el todo, salvo cuando la intención sea fundamentar en ellas un espíritu triunfalista que estimule a los seguidores y aniquile el ánimo de los adversarios.

Publicar encuestas en medios (periódicos, radio, televisión, redes sociales…) que se suponen serios, aunque los datos que presentan sean de dudosa objetividad; tiene la virtud de penetrar de manera, digamos “natural”, en la percepción del gran público; así, mientras mayores sean las distancias entre triunfadores y perdedores, más impacto causarán; serán “verdades inatacables”, aunque la metodología para su elaboración sea de escaso contenido científico; obviamente, ningún instrumento de paga resistiría un análisis con estricto apego a las normas del Método Estadístico. ¡Ah! pero, mientras son peras o son manzanas, ya se sembró en la mente del gran público, la imagen de que hay dos candidatos finalistas y que entre uno y otra existen muchos puntos porcentuales de distancia en la intención del voto.

En estos casos, la encuesta constituye la premisa mayor para la construcción de un aparente silogismo, cuya conclusión se sabe falsa de antemano, pero que da argumentos a los que pagaron y envía mensajes de pesimismo, a aquellos se visualizan como perdedores sin remedio. 

Éste es el fenómeno que se está viviendo en Hidalgo: manejo falaz de los instrumentos estadísticos; exageraciones en la fuerza de pequeños personajes que abandonan sus barcos, para afiliarse de manera oportunista al proyecto que se presume triunfador y al cual traicionarán también; minimización de personas y grupos que respaldan con convicción y lealtad al partido de toda su vida… El priísmo de veras, no se borra de un plumazo.

De esta manera se pretende sembrar el campo de cadáveres políticos, antes de que empiece la lucha democrática. La verdadera y única encuesta, se dará el 5 de junio.

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