De algoritmos y bulos

De algoritmos y bulos

El Mercadólogo

Dicen que los mejores amigos son los que nos dicen la verdad, no lo que queremos escuchar. Pero, aunque todos decimos valorar la sinceridad en una amistad, por encima de todas las cosas; la realidad es que no siempre estamos dispuestos a escuchar ciertas críticas hacia nuestras actitudes, formas de actuar o comentarios. Suele ser porque detrás de todo esto existen motivaciones mucho más profundas, y, al enfrentarlas, tenemos que cuestionarnos muchas de nuestras creencias más arraigadas.

Como no siempre estamos preparados para escuchar estos «ataque de sinceridad», en algunas ocasiones, nuestra reacción ante ellos es alejarnos de la persona que los hace. Sería un poco como la «estrategia del avestruz»: si no escucho a los que me critican, el problema no existe. Sin embargo, existe una pequeña posibilidad de que, al escuchar estas verdades de boca de personas muy cercanas y queridas, generen una reflexión en nuestro interior, que, a la larga, desemboque en un cambio en nuestras acciones.

Muchos de nuestros comportamientos en la vida real tienen su reflejo en nuestra vida virtual. Por supuesto, las principales plataformas donde podemos verlo son las redes sociales; son el mejor reflejo en la vida virtual de nuestras acciones en la vida real. Están hechas para eso: para generar interacciones con otras personas, principalmente conocidos o amigos, pero también para crear nuevas relaciones con desconocidos. Hace unos años nos parecía extraño conocer parejas que se hubieran conocido por internet; ahora lo raro son los que se conocen primero en la vida real.

Lo que no podemos perder de vista es que, detrás de estas plataformas, hay un negocio. Los dueños de cada una de las redes sociales buscan, por sobre todas las cosas, generar un beneficio económico. Ya que la suscripción a dichos servicios no tiene un costo inicial, tienen que buscar sacar rentabilidad de alguna otra manera. No se preocupen, que la han encontrado desde hace tiempo: el negocio somos nosotros.

Volviendo a las verdades incómodas, las redes sociales saben que, si generan estos ataques de sinceridad en sus usuarios, corren el riesgo de que éstos bloqueen la interacción con muchas personas, lo que podría derivar en el abandono de la plataforma. Este efecto, en mucha gente, conlleva una pérdida de usuarios y, por ende, en una bajada de ingresos.

No se preocupen, que la solución a estos problemas está ya pensada: el famoso algoritmo. Esa fórmula matemática que analiza nuestras interacciones, publicaciones, navegación y mil métricas más existentes en este mundo virtual, y a partir de ahí te hace recomendaciones sobre lo que cree que te puede atraer. Así, si eres fanático de los deportes de motor, por ejemplo, podrías pasarte horas viendo vídeos sobre carreras, aunque éstas se hayan disputado hace muchos años.

Esto está muy bien pensado para las aficiones, pero en cuanto a las opiniones, desafortunadamente el algoritmo no tiene la capacidad de decidir cuándo es necesario que escuches una verdad de las que duelen. Por lo tanto, si ve que compartes artículos, noticias, entradas de blog y demás contenidos, haciendo referencia a un bulo, no solo no te va a frenar: va a continuar enviándote más vídeos y noticias similares.

En nuestra cabeza, lo que sucederá es que todos estos contenidos harán que se refuerce la creencia de que el bulo es verdad, ya que, si existen tantos contenidos en internet sobre ese tema, no puede ser mentira.

No nos damos cuenta, o no queremos ver, que esos contenidos pueden estar manipulados, o basándose en muchas mentiras. Es mucho más fuerte la necesidad de creer, y, por ende, de no querer escuchar esa verdad incómoda. Si el algoritmo fuera nuestro amigo verdadero, haría justo lo contrario. Pero sabe que nuestra reacción sería, por lo general, dejar de hablarle.

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