La suerte está echada

La suerte está echada

RETRATOS HABLADOS

“La suerte está echada”, dicen cuando concluye de manera definitiva un proceso en que se espera un resultado halagüeño para el que se ha puesto todo en la construcción de un objetivo. Por supuesto se aplica en cualquier terreno de la vida cotidiana, pero hoy como nunca en la contienda política que habrá de realizarse el próximo día 5 del presente mes, para la elección de quien sucederá en el cargo al actual gobernador, Omar Fayad Meneses. Y de este modo, la suerte puede estar echada para ganar, pero también para perder.

Es la misma historia de la vida, de la que se conoce siempre lo que sucederá en tanto existimos, no así cuando concluye nuestro paso por la pequeña historia en que regularmente nos consideramos personajes centrales, aunque no sea así. Pero el hecho es que el ingrediente fundamental es que tengamos vida.

Nada más constante y absolutamente cierto que la política: mientras se tiene aliento, es decir oportunidad de continuar en el candelero, en el escenario, hay posibilidades de regresar después de una terrible derrota, aunque casi todas las derrotas son terribles. Cuando el eclipse se empieza a anunciar en el horizonte, es cuando surgen incluso las dudas existenciales y las preguntas: ¿Hay vida después de la muerte política?

Para algunos sí, para una inmensa mayoría ya no. El poder casi al alcance de las manos, su olor incluso, los detalles de su rostro, empiezan a perderse, a transformarse en recuerdo, hasta que un día cualquiera desaparece todo rastro, todo signo de lo que pudo haber sido y no fue. Hasta que se extingue, se esfuma.

Lo mismo sucederá pasado el 5 de junio: vendrá el ocaso de uno de los personajes que hoy mismo, y pese a todo, dan por hecho que gobernarán el estado de Hidalgo, pero que, les guste o no, les convenza o no, deberán dar marcha atrás en el camino que habían trazado y construido rumbo al palacio de los sueños, a la trascendencia histórica, al cumplimiento de ilusiones, a veces egoístas, pero otras solidario con los menos afortunados de la existencia.

“La suerte está echada”, y cuando los dados caigan en la mesa del juego eterno, no habrá poder humano que modifique la cuenta de los números que se construye a partir de los puntos que forman 4, 5, 6. Todo habrá pasado, la historia cerrará sus páginas para uno, y las llenará con historias del otro. Es la vida misma.

Pero también con el que coronará su sueño surgirán los ejércitos de acompañantes, que urgirán a que les den oportunidad de cumplir los propios, unos diminutos, otros casi tan grandiosos como quien de la noche a la mañana dejará de ser para transformarse, transfigurarse en medio de una plaza atiborrada de testigos.

Y en sentido contrario, de quien no coronará su sueño surgirán ejércitos que, en el mejor de los casos, encaminarán sus pasos a otros rumbos, y en muchos otros exigirán cuando menos recuperar lo invertido en esa ilusión en que también se habían visto encaramados en el torbellino del poder.

Así es la historia que hemos visto cada seis años, la que se cumple como parte del Libro de las Profecías, donde cada cuál distinguió una estrella que lo llevó a la morada donde nacería el elegido, la elegida.

Para estas alturas la fe es la única vía para mantener la esperanza, la certeza de que ejércitos de ángeles inclinarán la votación para un lado u otro, la inquebrantable fe del que cree sin prueba alguna, sin rastro alguno de realidades.

Hoy como nunca, por todo lo anterior, sería menester que alguien convocara al fin de las hostilidades, a la voluntad para que una competencia termine justo cuando se decide que hay ganador o ganadora. 

Aunque la verdad, el camino se antoja largo, sinuoso, igual que la canción de los de Liverpool.

El día 1 de junio terminan en su totalidad las campañas.

Confiemos en que haya suficiente inteligencia para que nadie convoque a una pugna eterna, y que no contribuyamos más a la de por sí dramática división de un país tan lastimado como México.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajaurez.MX

@JavierEPeralta

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