RELATOS DE VIDA
Lorena y sus hijos Carlos, de seis años y Lupita de 10, llegaron animados a su casa, iniciaba el fin de semana y el plan consistía en una noche de películas acompañado de comida chatarra, en pijamas y recostados en el sillón de la sala.
Disfrutaron de una de las favoritas de Disney, la cenicienta, y después comenzó el tradicional tiempo de los juegos de mesa, en esta ocasión tocó el turno del memorama, y finalizaron el día, dispuestos a dormir sin la preocupación de levantarse temprano.
Pero solo habían pasado un par de horas, desde que se acostaron cuando unos gritos estremecedores los despertaron, no sabían exactamente a qué se debían los ruidos, pero los tres coincidían en señalar que se trataba de una pelea de los vecinos.
No había palabras, solo gritos y golpes en la pared, lo extraño era que se escuchaban bastante cerca, pero eso no les impidió seguir sacando conjeturas de lo que estaba sucediendo.
Probablemente estaban tomados, algo los molestó y comenzaron a golpearse – cuchicheaban entre sí los tres integrantes de la familia, quienes sólo esperaban que de un momento a otro llegara una patrulla o bien la ambulancia; afortunadamente el encontronazo duró poco, y la calma regresó, aunque permanecía la curiosidad por saber lo que había pasado.
Al día siguiente, Lorena estaba ansiosa por salir de la casa y encontrarse con la vecina y poder enterarse de lo sucedido, pero antes salió al jardín trasero para comenzar a lavar, y se quedó paralizada al ver que el patio había sido el escenario de la escandalosa pelea.
Las bolsas de la basura estaban rotas, los desechos que estaban en su interior se encontraban regados por todo el jardín, el cesto de la ropa sucia tirado, y también había restos de pelos esparcidos en diferentes espacios, se quedó un rato viendo el panorama y por fin lo dedujo.
La pelea no había sido entre personas, el encontronazo fue entre gatos; en la colonia deambulaban mucho, entre mascotas y callejeros, y en las noches se les podías ver merodeando sobre las bardas, y en esta ocasión el cúmulo de bolsas con basura los hizo coincidir y disfrutar de un festín, aunque antes tuvieron que pelear por la comida.