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Aprendiendo de los Sistemas Educativos de Alto Desempeño IX

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Dinámica Educativa

(Tomado del documento “Sistemas Fuertes y Reformadores Exitosos en la Educación: Lecciones de Pisa para México. OCDE 2011”)

 

“Garantizar una orientación externa del sistema educativo para que el sistema siga aprendiendo y reconociendo los retos y las posibles amenazas futuras para el éxito actual

Al analizar los cinco casos con más alto desempeño del mundo, —Ontario en Canadá, Finlandia, Japón, Shanghái-China y Singapur—, el lector podrá ver cinco de las referencias de comparación internacionales más determinadas del mundo. En una reciente entrevista para la OCDE, el primer ministro McGuinty, en Ontario, señaló específicamente que sus propios puntos de vista sobre la estrategia correcta a seguir para Ontario fueron moldeados por las visitas que hizo a otros países con un elevado desempeño educativo para observar cómo lo hicieron. Finlandia fue la referencia comparativa del desempeño y las prácticas de los mejores del mundo, en el periodo previo a su aparición dramática como uno de los países con mejor desempeño del mundo.

Japón lanzó su carrera de largo plazo como uno de los líderes más importantes del mundo, cuando el gobierno que lo instaló durante la Restauración Meiji visitó las capitales del Occidente industrializado y decidió que traería de regreso a Japón lo mejor que el resto del mundo tenía para ofrecer en las políticas y prácticas educativas. Desde entonces lo han estado haciendo. Cuando Deng Xiaoping tomó el timón en China y lanzó su salida en el escenario industrial del mundo, dirigió las instituciones educativas de China para formar alianzas con las mejores instituciones educativas del mundo y traer de vuelta a China las mejores políticas y prácticas.

En la segunda mitad del siglo XX, Singapur hizo exactamente lo que Japón había hecho un siglo antes, pero con un mayor enfoque y disciplina. La Junta de Desarrollo Económico de Singapur, el centro neurálgico del gobierno de Singapur, está compuesta por ingenieros que consideran al gobierno y la administración de Singapur como un conjunto de desafíos de diseño. Ya sea que Singapur se interese en el diseño de un mejor sistema de alcantarillado, sistema de jubilación o sistema escolar, envía a las personas clave al sector pertinente para visitar los países con las mejores prácticas del mundo en esas áreas, con instrucciones para averiguar cómo lo hacen y elaborar un diseño para Singapur que sea superior a todo lo que hayan visto en otros lugares. Cada vez que Singapur busca crear una nueva institución, de manera rutinaria toma como referencia para su planificación a las mejores del mundo. Si Singapur no está en condiciones de crear una institución de clase mundial en un campo particular, intentará importar a los expertos. Todas las instituciones educativas de Singapur —desde la Universidad Nacional de Singapur hasta las escuelas individuales— son alentadas para crear conexiones globales a fin de desarrollar “ciudadanos de Singapur listos para el futuro”. Nunca han dejado de aprender de otros países de la manera más sistemática posible. Un gran esfuerzo consistente, tanto para disciplinarse a las referencias comparativas internacionales como para incorporar los resultados de esa evaluación comparativa en la política y la práctica, es una característica común de los países con el más alto desempeño.

UNA OPORTUNIDAD PARA MÉXICO

La experiencia de la OCDE ha demostrado que hay dos elementos básicos que deben existir para que un país se embarque en un proceso de reforma eficaz: un sentimiento popular de que las cosas deben cambiar en un determinado sector y la voluntad política del liderazgo de un país para establecer procesos de reforma duraderos y eficaces.

En ambos casos, como se explicó anteriormente, México ha creado condiciones favorables para la reforma educativa. Dadas las dimensiones del sistema educativo mexicano, y la complejidad de la reforma educativa, el reto es garantizar que las acciones inmediatas y de corto plazo estén alineadas con los planes a largo plazo para lograr resultados educativos superiores.

Es útil ubicar a este desafío en el contexto del desarrollo económico y la competitividad internacional. Conforme los países pasan de los sistemas económicos de bajos ingresos y bajo valor agregado, en los que la competencia se basa en los precios bajos, hacia los sistemas económicos con altos ingresos y alto valor agregado, en los que se compite en calidad e innovación, tienden a moverse de un extremo de esta línea de dimensión al otro, a medida que sus economías cambian y acumulan los recursos necesarios que les permitan dar el siguiente paso en el desarrollo de su sistema educativo.

Uno puede ver cómo está funcionando este proceso en el caso de Brasil, por ejemplo, mientras trata de superar una historia en la que se ignoraron las necesidades educativas de su población indígena, y en el caso de Polonia, a medida que avanza hacia una postura más inclusiva en sus políticas educativas. El vínculo entre la educación y el desarrollo económico ha sido particularmente difícil en Singapur, impulsado desde el liderazgo del gobierno.

Conforme Singapur evolucionó de una economía basada en las actividades portuarias y de almacenamiento, a través de una economía de manufactura de mano de obra intensiva con salarios bajos, y luego a una industria más intensiva en capital y conocimientos, y finalmente a su actual enfoque en los conglomerados industriales de conocimientos intensivos, el sistema educativo impulsó la calidad de su educación y el suministro de las habilidades específicas, necesarias para lograr que Singapur fuera competitivo en nivel mundial. Ninguno de estos países se ha movido totalmente hacia el lado extremo del espectro del desarrollo económico, pero están en el camino correcto.

La lección para México, por lo tanto, podría ser que los diferentes estados, e incluso algunas regiones dentro de los estados, podrían estar en diferentes puntos del espectro del desarrollo económico. Algunos estados podrían ubicarse en una situación no muy lejana de la de Brasil, donde las prioridades son crear sistemas eficaces de seguimiento del desempeño de los alumnos y las escuelas, establecer los estándares para el logro del alumno, asegurándose de que los maestros cumplan los estándares mínimos de desempeño y habilidades; producir más equidad en el financiamiento y los recursos de las escuelas, y desarrollar intervenciones educativas eficaces que puedan ayudar a las escuelas que presenten menor desempeño, entre otros. Es probable que estos estados se encuentren, al igual que Brasil y otras naciones, en una etapa similar de su desarrollo, donde han encontrado que los sistemas de gestión más eficaces son los sistemas en los que existe una gran cantidad de instrucciones precisas desde la administración, que la rendición de cuentas administrativa funciona mejor y que los contenidos y estándares de desempeño (incluidos los planes y programas de estudios) necesitan ser especificados con cierto detalle.

Otros estados pueden estar en un punto muy diferente en la curva de desarrollo. Pueden tener la gestión, los recursos financieros y la infraestructura institucional necesarios para lograr el desempeño y adoptar los procesos desarrollados por los sistemas de mejor desempeño del mundo. En caso de que sus sistemas educativos no hubieran alcanzado aún a los mejores sistemas del mundo, podrían adaptar los métodos utilizados por Finlandia, Canadá y algunas de las economías de Asia del Este que tienen un muy buen desempeño. Estarían en condiciones de contratar a una proporción substancial de sus docentes de los mejores estudiantes universitarios del país y ofrecerles una gran cantidad de libertad para hacer su trabajo. Estarían buscando maneras de aumentar la capacidad de sus sistemas y apoyar a sus maestros. Sus sistemas de rendición de cuentas tenderían al modelo profesional, no al modelo administrativo. En lugar de regular y dirigir lo que sucede en la escuela, se enfocarían en la elaboración de sistemas de incentivos y apoyos que alinearan los intereses de la facultad escolar con el interés público.

La mayoría de los estados estará en algún punto intermedio, y el reto será desarrollar políticas que los alienten a avanzar en esta trayectoria, dentro de una visión nacional, y evitar el aumento de las desigualdades. No hay un sistema mejor para hacer esto. Sin embargo, como se señaló anteriormente, hay caminos claros desde cualquier punto de partida en la trayectoria hacia una mayor participación, elevar la calidad de los resultados educativos, mejorar la equidad en la distribución de las oportunidades educativas y producir mayor valor por los recursos invertidos en la educación.

Los beneficios de la mejora de los resultados del aprendizaje, puestos en términos del PIB actual de México, superan con creces el valor actual de la gestión del ciclo económico de corto plazo. Esto no quiere decir que los esfuerzos no deban dirigirse a los problemas de la recesión económica y a la creación de empleos, sino que los retos a largo plazo no pueden ser descuidados. Se trata de no olvidar la importancia de los resultados educativos a la luz de la urgencia de la actual crisis económica y política.

En una sociedad competitiva y globalizada, el éxito será para los individuos y los países que sean rápidos para adaptarse y lentos para quejarse, y que estén abiertos al cambio. Los gobiernos deben garantizar que los países estén a la altura de este desafío.”

*Responsable de la Rectoría de la Universidad Tecnológica de Mineral de la Reforma (UTMiR)