Aquellos que te alaban, mañana te habrán de condenar

Aquellos que te alaban, mañana te habrán de condenar

RETRATOS HABLADOS

Muy pocos se preparan para cuando dejan el poder, bien sean presidentes municipales, gobernadores o presidentes de la República. Pero con todo y que lo hicieran, el resultado es muy similar y cíclico: al caer la noche de su mandato, de las sombras empiezan a surgir quienes siempre los alabaron y juraron lealtad eterna, pero transformados de pronto en los más acérrimos críticos de su gestión, la que condenan, de la que se deslindan escandalosamente para que todos los vean y digan, “¡qué valentía para hacer tales señalamientos, qué dignidad!”. El hecho, sin embargo, es que la frase debería ser: “¡que cobardía para hacer tales señalamientos, qué indignidad para despotricar cuando antes nunca lo hicieron, pero aprovechan la oportunidad cuando a quien condenan empieza a declinar!”.

Algunos dirán que es la condición humana, pero no lo es. Si alguna característica distingue al ser humano digno de llevar ese calificativo, es la gratitud, que por supuesto no debe confundirse con la complicidad.

Es diferente con los que siempre han mantenido una actitud crítica, se trate de quien se trate el poderoso en turno. Nunca tan claro el reconocimiento para quienes, todos los conocemos, marcan con claridad su sentir, su visión de lo que acontece en una entidad como la nuestra.

Omar Fayad habrá de concluir su gestión próximamente. Hoy mismo suman legión los que ya lo juzgaron y condenaron, cuando hasta hace poco no se cansaban de rendirle pleitesía y dedicarle loas a su actuar.

Desconozco si este actuar esperado y hasta lógico le cause dolor o desilusión al gobernante que ya cruza la última etapa de su mandato. Tal vez no, porque sin duda sabe quiénes son, y que en un mundo de conveniencias cada cual utiliza al que se le pone enfrente. Sin embargo, confirmar que la dichosa “condición humana” implica la obligación de llevar con prisa leña verde, gasolina y prender la hoguera para quemar al que antes le rendían honores todos los días, debe generar un sentimiento difícil de explicar.

A cada uno de los que han ejercido el poder les ha pasado, pero no por ello genera un aprendizaje que se pueda heredar. Todos deben sentirlo, padecerlo, para descubrir, por un lado, que no existe la gratitud, y que, por otro lado, aunque escasa y difícil de encontrar sí existe.

“Guárdate de los que hoy mismo te profesan todo tipo de compromisos de lealtad, de absoluta lealtad, porque serán los primeros en acuchillarte por la espalda. Los primero en unirse al coro que te condene, seas o no culpable, pero que, urgidos de deslindarse de ti, apurarán la muerte y sepultura del que deja el poder. Porque en esta historia infinita, al grito de “¡El Rey ha muerto, viva El Rey!”, se pone en marcha un destino que no se cansa de ser el mismo, el eterno mismo!”.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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