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El mito de los infalibles

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 HOMO POLITICUS

 

Nadie está inmune a los desatinos de la clase política, mientras ella se cobija tras la estela de la infalibilidad, donde los errores o inconsistencias de la realidad, no son asumidos desde la clase política, que en todo caso, se manifiesta como la solución a los problemas sociales.

 

Vivimos un proceso electoral donde aparecen los infalibles, que no importando su color, señalan a los ciudadanos que ellos tienen la solución a los problemas que circundan la realidad; más aún, cada una de sus propuestas pasa a constituirse no sólo en solución, sino, que parece limpiar cualquier cosa del pasado, presente y futuro, cuestión poco menos que fantasía puara.

 

En esta lógica, existe un problema de fondo. Ni los candidatos ni los ciudadanos, parecen haber entendido que las soluciones en el ejercicio de gobierno no se construyen o se plasman desde la voluntad unipersonal de un candidato, porque existen protocolos, juegos de arenas políticas donde hay pesos y contrapesos, en definitiva, el poder vertical no es funcional para la solución de las necesidades sociales, es sólo un mesianismo decrepito.

 

Empero, el mito de los infalibles funciona en sociedades donde existe una precaria cultura política y consciencia social, en esas sociedades donde la despolitización es utilizada para el engaño y, donde la ilusión demagógica se convierte a la postre en gotas de amargura ciudadana, que una y otra vez, ve postergadas las tareas del quehacer público y, en definitiva, su esperanza de oportunidades se ve frustrada.

 

Por ello, no importando el color partidista o el incoloro escenario de los candidatos sin partido, no cambia en nada las parafernalias de los infalibles y sus mitos, en los hechos, si uno observa a la ciudadanía, sigue asumiendo que tal o cual candidato es o será la solución a sus problemas, o al menos como lo señalan “habrá que escoger el menos malo”, claro, para salir lastimado lo menos posible, cuestión miserable, porque el “menos malo”, sigue siendo malo.

Otro momento del mito, lo constituye la estela del colgados o los de la “cargada”, aquellos que conocen al primo del amigo y, que esperan beneficiarse de una relación, estos, son más miserables que los que no presentan mayor cultura política, porque asemejan buitres en espera de la carroña, ya que los infalibles, habrán de dejar las sobras para estos buitres.