PEDAZOS DE VIDA
El olor a masa que se infla en el comal se mezcla con el que emite el humo de la leña que sale del fogón. Ahí estoy; en la casa de mis abuelos, comiendo tacos con sal que me da doña Teresa mientras espero que salga un huevo de gallina de rancho que se asa en una orilla del comal.
Mi vasito de plástico con popote integrado tiene un poco de café y como es costumbre, para los nietos siempre hay un poco de leche, la bebida es dulce como la abuela cuando está contenta, y la canela le da el toque especial al contenido del vasito que, muy sencillo pero, reconozco como mío.
Mientras esto sucede en la “cocinita” que es el lugar donde está el fogón, a un lado en la cocina (donde está la estufa) se escuchan algunas canciones, mentiría si dijera que recuerdo alguna, la verdad es que no. Mis recuerdos están contenidos en su mayoría por los olores y sabores de la cocina de mi abuelita paterna.
Sin embargo, después del desayuno y mientras la abuela cocina la comida del día, en la vieja radio que colgaba gracias a una correa de cuero, se escucha la repetición de un programa que ahora puedo fechar en los años 60s, “la Tremenda Corte” con Tres Patines y Nananina.
En aquel entonces jugaba con las palabras para designar todo tipo de crímenes como los nombrados en este programa; de esta forma, al igual que Tres Patines con su cotorricidio y su bicicleticidio, me inventaba el tortillicidio, el atolecidio y más…
Así fue en su momento, el escuchar la radio en casa de los abuelos, comiendo tortilla con sal, bebiendo café de olla, y escuchando la Tremenda Corte, programa que ahora he vuelto a escuchar y ver en internet, tiene mayor sentido. Un programa del que casi no recordaba capítulos pero la presentación es inolvidable: “Audiencia pública, el tremendo juez de la tremenda corte va a resolver un tremendo caso…”.
El acento cubano de los actores principales, la entrada del programa, y el calor de hogar se conjuntan para evocar este pedazo de radio, como hay algunos otros más de cuándo la radio era un aparato indispensable en las casas mexicanas.
