Luna de primavera

Luna de primavera

LAGUNA DE VOCES

La noche de anoche una luna brillante, esplendorosa, se asomó por los cielos de Pachuca, en tanto el agobiante calor daba paso a un aire ligero, tenue, apenas perceptible. Todos aquellos que suspiran por el amor saben que son bendecidos si el camino se les ilumina con el faro luminoso estacionado en el espacio.  Es cuestión de suerte, de mucha paciencia y que el destino nos coloque a su paso.

Así que cada determinados años, algunos afirman casi un siglo, el que mira con ansias la noche para ser iluminado por la luna, recibe como premio a su infinita espera, quedarse para siempre con uno de sus rayos blancos que tapizan la tierra, y se convierte en un ser capaz de abandonar la oscuridad de su existencia.

Todos los poetas le han cantado, Sabines la receta contra todo tipo de males y para el bien dormir. En tiempos inmemoriales descubrieron sus capacidades que permiten morir sin contratiempos, que luego el poeta chiapaneco escribió.

Son maravillosas sus propiedades en las mareas, y por eso el mar va siempre de la mano con la luna, con todo y que se insista en el sol para atardeceres y amaneceres. Lo que nadie, o muy pocos dicen, es que las olas no llegarían a ninguna parte si no es por el efecto directo del astro nocturno.

A veces aparece gigante color sangre, otras azulosa, unas con figura de uña. Pero las más hermosa es cuando se presenta como la pelota hermosa que flota en el espacio brillante, blanca, radiante, recién despierta para velar el sueño de los que la miran desde el ventanal de su habitación, o se sientan en la banca del parque a bañarse con sus rayos.

Todos han querido robarla. León Felipe Camino habla de aquellos que intentaron guardarla en un pozo, para verla perdida al llegar la madrugada. Así que es asunto imposible, que de plano el mar se dio por vencido y agita sus olas a su paso, pero se conforma con verla.

La temporada de campañas hace que olvidemos asuntos fundamentales de la existencia, para centrarnos en otros, tan terrenales y propios de la miseria humana, que una noche cualquiera la luna se nos presenta repentinamente, nos asalta a la salida del trabajo, del cine, del café, de la casa. Por un momento nos deja ciegos para empezar a ver las verdaderas cosas importantes.

Cuando asistimos como simples espectadores a la lucha sin freno por el poder, y a veces nos creemos protagonistas por el voto o por lo que se escribe, llegamos a la rutina de mirar siempre al suelo, o cuando mucho a ras de nuestras narices. Luego entonces el cielo estrellado es asunto olvidado.

Y ninguna estrella alumbra más que la luna, eso todos lo sabemos.

Por eso, si hoy no está nublado, sería bueno que a manera de remedio contra los saltimbanquis que quieren dirigir nuestros destinos, alcemos la cara, la pongamos en el techo de la tierra y nos demos a la tarea de saborear cada rayo de luna, cada constancia de que la magia rodea el vivir de los humanos.

En eso radica nuestra aspiración a lo celestial, en poder asombrarnos con lo que vale la pena, en jurar amor eterno a la vida porque con gentileza nos presenta un testimonio real de que el camino elegido es divino.

Hágalo hoy.

Si tiene un jardín frente a su casa, o cerca, o lejos, siéntese apenas anochezca, cerciórese de que ningún malandrín vaya a asaltarlo, y convénzase por usted mismo, que la luna nos puede devolver la esperanza en el día que vivimos, en el que vendrá, y a lo mejor hasta el pasado le arregla.

La luna es el mejor remedio para todo, solo cuestión que la encuentre, que se le abrace, y que nunca la deje ir.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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