Daniel Eugene Brinduse habitó España durante más de 23 años, pero salió de Madrid para hacer actos humanitarios al sur de Rumania. El plan inicial era ir a la República de Moldavia, pero por un cambio de planes terminó allí junto a un grupo de personas. 

Afirma que en Rumania había un caos: “lo digo por el éxodo de personas que salían desde Ucrania, pero también es la primera vez que el estado Rumano estaba tan bien organizado”.  

Detalló que hacía demasiado frío y el aire daba una mayor sensación, a parte las personas al llegar no hacían caso alguno, debido a que solo hablaban ruso o ucraniano, por lo que se buscaron traductores voluntarios. 

“Les ofrecíamos taza de té caliente, algo de comidita, algo de ropa, mantas, guantes, abrigos en principio, porque el frío es impresionante y algo caliente” afirmó Daniel.

“Yo me di cuenta que la necesidad que había, más que nada, era qué pasaba después de pasar la frontera. He descubierto que la mayoría de las personas no tenía a donde ir, y hacíamos como enlace entre los refugiados y la gente que venía voluntariamente a un sitio como cuartel general”.

“Y cuando le decíamos que también el alojamiento es gratis, entonces sí que rompían a llorar y esto era algo que te conmovía. El traductor nos decía, que nunca habían pensado que hay gente que puede ser tan amable, con el corazón tan abierto para poder recibirlos y no cobrarles nada” señaló. 

Afirmó que no le daba tiempo de llorar por la cantidad de actividades que hacía, pero cuando tuvo un momento le dieron muchas ganas de llorar por todo lo que había visto.