Dos años sin Don Anselmo Estrada

RETRATOS HABLADOS

Hace dos años, justo el día de hoy, don Anselmo Estrada Alburquerque murió a la edad de 84 años. Jorge Martínez, sin duda su discípulo más cercano y leal, me mandó un mensaje para que participara en este recordar a un periodista que, a la mayoría de los que rebasamos los 60, si no es que a todos, nos brindó la oportunidad de aprender de su visión que tenía del ejercicio periodístico, su obsesión por el escrito bien redactado y su amor entrañable por una tarea que le apacentaba el alma y el corazón: editar libros.

De alguna manera compañeros y compañeras que para suerte nuestra llegamos a la tercera edad, o cuarta, o como cada quien desee llamarle, guardamos un recuerdo relacionado con el interés de don Anselmo por corregir, bicolor en mano, la cuartilla que le acercábamos, y al mismo ritmo que se acomodaba los lentes con el dedo índice, subrayaba, de plano tachonaba o agregaba anotaciones para darle la coherencia necesaria al texto, y la redacción pulcra que siempre vigilaba se cumpliera.

Era también un amigo espléndido cuando de visitar cantinas se trataba, porque conocía la historia prácticamente de toda la capital hidalguense. Vaya pues que se trataba de un viaje de inmersión al pasado pachuqueño, pero también al reclamo por lo mucho que cada autoridad municipal había hecho para dejar en ruinas la Plaza Independencia.

Cuidaba con celo la memoria del Pachuca que le tocó vivir, porque estaba seguro que la existencia tiene un sentido real cuando es posible caminar a un lado del parque, las casas, los edificios que lo habían acompañado desde su niñez, y solo cuando crecemos descubrimos que buena parte de la razón de estar aquí, en esta ciudad de viento y frío, es porque aún sentimos que estamos en una casa que conocemos.

-¿Qué pasó chavo, has escrito algo para leerlo? Me preguntaba hace más de 36 años cuando lo encontraba. Le gustaba retar a que, si uno daba tanta lata con la vocación por la escritura, pues simplemente lo hiciera, que para aprender algo es tarea fundamental practicar todos los días.

Era un maestro de la mesa de redacción, que dominaba no solo por su conocimiento de la misma, sino la paciencia de saber que quien se encarga de esas tareas pocas veces verá de nueva cuenta el sol, y por muchos años su vida transcurrirá entre montones de cuartillas, el dichoso Budget o adelanto, y el vigilar con amor entrañable que la edición salga con sus mejores galas, es decir sin errores de impresión y mucho menos de redacción.

Sin embargo, una de las tareas que más disfrutó fue la de editar libros, cuando desempeñó el cargo de director de la Editorial Universitaria de la Universidad de la entidad. Ahí volcó su amor por el buen trabajo en la formación y diseño de cada una de las publicaciones que se hicieron con la ayuda de su fiel escudero Andrés San Juan.

Hizo las revistas más hermosas dedicadas a la Feria de San Francisco, ya con Jorge Martínez, como su mano derecha, quien un día me pidió hacer un relato sobre el Reloj Monumental que me hicieron el favor de publicar.

Los hoy sesenteros, en esos tiempos veinteañeros, le debemos mucho a don Anselmo. No solo su disponibilidad para ser maestro en la talacha cotidiana, sino un hombre que nos dio ejemplo, hasta el último momento, de que esta profesión, oficio o como cada quien quiera llamarlo, es con seguridad de los mejores en la vida, porque apasiona, porque construye la memoria de personajes como Don Anselmo, al que hoy recordamos con cariño sincero y el agradecimiento por todo lo que hizo, y sin duda hace, por el trabajo periodístico en su tierra natal, que es Hidalgo.

Mil gracias, hasta el próximo lunes.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta

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