Home Nuestra Palabra Javier Peralta Morir por traer una playera de color diferente

Morir por traer una playera de color diferente

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RETRATOS HABLADOS

Lo sucedido en el estadio Corregidora de Querétaro es preocupante. Poco tiene que ver con el deporte del fútbol, y sí mucho con el momento de crispación que vive el país, en el que se ha “normalizado” la violencia bajo la justificación de que se da entre “malos que matan malos”, y si caen algunos civiles en los enfrentamientos, simplemente es la mala suerte de quienes estuvieron en el lugar equivocado a la hora equivocada. Es decir que la responsabilidad debe ser achacada a la tómbola que la muerte juega cotidianamente en suelo nacional.

Desde hace mucho tiempo hemos pasado de la violencia verbal a la física, porque tal parece que el diálogo es un trámite inútil y sin sentido, cuando todo es posible sea arreglado a golpes y a balazos.

Se ha impuesto el idioma de la violencia por la simple y sencilla razón de que se privilegia la pelea cotidiana en contra de quien sea y como sea, aunque para ser más exactos, dentro de una historia que pareciera presagiar que el país ha quedado dividido para siempre sin posibilidad alguna de reconciliación.

Pareciera que todos debemos sucumbir a la exigencia de estar a favor de un proyecto político-económico y social no solo a nivel país, sino en el estatal conforme se acerca la fecha en que se llevará a cabo la elección, de quien dirigirá el destino de Hidalgo por seis años.

“Si no estás conmigo, estás en mi contra y por lo tanto eres mi enemigo”, es uno de los primeros postulados de quienes hoy mismo han convertido al planeta y al país en un campo de batalla que, nos guste o no, ha llegado incluso a las canchas de fútbol, con toda seguridad el deporte más practicado en el país, pero que también ha sido tomado por la violencia.

Por supuesto el caso del estadio Corregidora no es caso único y tampoco es la primera vez que se haya presentado en el país, pero es evidente que la creciente ola de violencia, de ejecuciones al por mayor en no pocos Estados del país, también son un reflejo patético de que la vida ha dejado de tener un valor fundamental, como debiera ser, en una nación que ha tenido que acostumbrarse a vivir una guerra en la que siempre acaba como víctima su población, o bien convertida en espectadora de cientos y cientos de ejecuciones, conformándose con el consuelo de que son asuntos de “malos” contra “malos”, y pedir al cielo para no estar en el lugar equivocado a la hora equivocada.

Igual que en el partido de fútbol de Querétaro contra Atlas, donde familias completas tuvieron que correr por su vida, ya que enemigos acérrimos y con instintos criminales buscaban desaparecer del planeta, a quienes portaban la playera equivocada que los convertía en blanco de su furia.

¿Este es el país con el que soñamos? ¿Muertes, heridos al por mayor ya no solo en poblaciones tomadas por el crimen organizado, sino en campos deportivos?

Insistir en que los mexicanos debemos dividirnos entre los transformadores y los conservadores, solo enciende aún más la mecha de las agresiones, la certeza de que “los otros” son los equivocados y merecen todo tipo de improperios en las redes sociales, pero también golpes, patadas, y si se puede la muerte, solo porque piensan diferente.

El hecho central es que solo queda un camino si no queremos que todo el territorio nacional se convierta en un campo de batalla, donde ya no importe si el otro tiene una idea diferente de lo que pudiera ser el país, sino otro color de playera, razón suficiente para pegarle hasta la muerte.

Mil gracias, hasta mañana.

jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavierEPeralta