El Mercadólogo
El pasado jueves, después de varios días de amenazas, cruces de declaraciones, bravuconadas y muestras de músculo militar, como si se tratara de unos niños en un patio de colegio, al final Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa, decidió comenzar la invasión militar de Ucrania. Esto ha desencadenado una serie de reacciones a nivel internacional por parte de todos (o la mayoría) de los líderes de los diferentes países, interpelados directamente o no.
Aunque así contado parezca una noticia más, la realidad es que esta decisión nos traerá muchas consecuencias. Primero, para el pueblo ucraniano, que ha visto cómo su vida cambiaba de un momento a otro. Es difícil imaginar que un día estás en tu casa, con tu familia, tu trabajo, tus amigos, y al día siguiente tienes que meter lo que consideres imprescindible en unas maletas, subirte a tu coche y emprender un camino hacia la frontera, hacia lo desconocido, huyendo de lo que era tu hogar, sin saber si podrás volver.
Sin duda alguna, las mayores consecuencias serán para el pueblo ucraniano, pero no serán los únicos afectados. Ahora mismo, los habitantes de los países de las potencias mundiales estarán, seguramente, con algo de miedo, expectantes a las respuestas de sus respectivos gobiernos. En caso de que Estados Unidos y los países integrantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) decidan entrar en el conflicto armado, las amenazas de Rusia acerca de represalias devastadoras cierne sobre sus cabezas.
Pero no solo eso, con el inicio de las hostilidades rusas, comienza a generarse una oleada de refugiados ucranianos, que entrarán en territorio europeo, con todas las consecuencias sociales y políticas que esto conlleva. A su vez, las sanciones económicas que ya se han anunciado para castigar a Rusia harán que éste reaccione de manera similar. Esto significa que sus socios comerciales tendrán escasez de algunos productos, lo que derivará en una subida de precios. Uno de los principales productos que importa Europa desde tierras rusas es el gas natural. En esta etapa previa de bravuconadas, ya dijo Estados Unidos que ayudaría a mantener el suministro del viejo continente.
Los recursos son limitados, por lo que, si Estados Unidos cumple su promesa, inevitablemente tendrá que reducir el suministro de gas natural en alguna otra parte de su territorio, por lo que será un bien escaso. ¿Y qué pasa con los bienes escasos? Exacto: el precio sube. De hecho, ya estamos viendo que, además del gas, ha comenzado a subir el precio de la gasolina. Normal, ya que el petróleo suele ser de los primeros bienes que modifican su precio de acuerdo con la situación geopolítica del momento.
Las bolsas de valores sufrieron una caída estrepitosa casi en el mismo momento en que las tropas rusas ponían un pie en territorio ucraniano. Como todos sabemos, esto significa que, en cuestión de minutos, muchas de las grandes empresas que cotizan en bolsa perdieron millones de dólares. Si a eso sumamos que los hidrocarburos han subido su precio, tenemos como consecuencia que muchos de los productos que estamos acostumbrados a consumir, a partir de este momento, tendrán un margen de beneficio mucho menor para su productor, o incluso, en lugar de beneficio, darán pérdidas.
Ante este panorama, las empresas tendrán dos opciones: la primera será trasladar ese costo extra al consumidor, por lo tanto, muchos de los precios se incrementarán. La segunda, menos deseable para los empresarios, será asumir esa pérdida, que a la larga los llevará a tener que cerrar sus negocios, con la pérdida de empleos consecuente. Seguramente su decisión será la primera.
Contrario a lo que dice el meme que circula por Internet, sí, en este caso, la crisis en Ucrania puede terminar afectando el precio del kilo de tortilla.