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Toda la vida humana es maniquea

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RETRATOS HABLADOS

Maniqueo.

Resulta una palabra dominguera que, pese a ello, ilustra con tino la vida humana, nuestra doliente existencia. Lo mismo en el plano mundial, hoy como nunca ilustrada con la guerra en Ucrania. Por supuesto ilustración bajo la aportación de los vecinos del norte, en la que se colocan como salvadores y defensores de la democracia y el mundo libre, en tanto que Vladimir Putin, presidente de Rusia, no es más que un loco y criminal hombre.

En el plano casero resulta lo mismo, cuando la aportación para ilustrar ese mundo manqueo, correo a cargo del presidente de la República, quien no se ha cansado de dividir al país entre los neoliberales-conservadores-fifís, y los otros, que son ellos, dignos representantes de la justicia social que no engaña, no roba, no miente.

Palabra dominguera que en las coordenadas todavía más locales, hoy se intenta implantar para que demos por hecho que uno de los dos candidat@s es ambicios@ enceguecid@ por hacerse del poder.

La vida dividida en blanco y negro, la mentira eterna de que unos irán a la fila de los salvados, y otros a la de condenados. Igual que cuando el nazismo elegía a los que iban a morir y los que se iban a salvar.

El día en que logremos acabar con esa concepción absurda de la existencia humana, con toda seguridad habremos dado el paso fundamental, para que por fin, demos inicio a una convivencia en la que tendremos por tarea fundamental vivir, no salvarnos ni condenarnos.

Lograremos también no ser presa de las guerras, peleas que arrancan siempre los del poder, los que son motivo de encarnizados enfrentamientos verbales, para que se hagan físicos en los miles que mueren, que con frecuencia no son ellos.

Nos gusta, nos encanta la división de malos y buenos en el planeta, en el país, en una entidad tan pequeña como la nuestra. Nos gusta querer ser siempre parte del club de los santificados, con todo y que sabemos se trata de una ilusión vana, absurda, porque solo en la fila para ser gaseados y luego quemados en los hornos crematorios esa clasificación era realidad.

Nos encanta ahora fijar la mirada en el televisor y sentir el corazón apachurrado por los horrores de la guerra, pero al rato hacemos lo propio para que en nuestro minúsculo universo quede bien en claro que los otros son malos, y nosotros bueno, muy buenos.

Nos admira con sinceridad que el mundo bueno y generoso condene a unos y declare buenos a los otros, porque así ya podemos saciar nuestra necesidad de indignarnos, maldecir a los representantes del demonio.

Un principio bueno sería no volver a creer que habitamos un universo Maniqueo, un mundo Maniqueo, un país Maniqueo, un Estado Maniqueo. Y si en cambio una historia particular en que cada uno puede trabajar simplemente por el bien del semejante, coincida o no con su concepción de las cosas.

Así de simple.

Mil gracias, hasta mañana.

Jeperalta@plazajuarez.mx/historico/historico

@JavaierEPeralta