“Quiero ser un adolescente por siempre”
Luis, un chico de 19 años, guapo para muchas chicas y chicos, carismático, amable, coqueto, talentoso y buen hijo, en muchas ocasiones ha confirmado el deseo de no crecer y seguir siendo un adolescente.
Su vida ha sido de ensueño, la confianza de sus papás le han permitido viajar, conocer nuevos lugares, salir de fiesta, hacer nuevos amigos sin abandonar a los antiguos, y emprender nuevos retos y sueños, sin tener ni siquiera un poco de miedo para realizarlos.
Los años pasaban, la edad aumentaba, las responsabilidades eran aún más, y el amor llegó a su vida, si bien había tenido buenas y duraderas relaciones, en esta ocasión parecía ser diferente.
Su esencia se mantenía, era alegre, aventado y valiente, pero la cruel sociedad envidiosa de su felicidad , pisoteaba sus ilusiones con frases “el amor no es duradero”, oraciones que para él significaban flechas que lo hacían sentir indefenso e inseguro.
Trataba de sobreponerse a los señalamientos, luchaba con optimismo, y cada día buscaba la manera de fortalecer ese amor que pareciera era prohibido para todos, pero genuino para él.
Sin embargo, la inseguridad lo carcomía rápidamente y empezó a mermar en ese sueño romántico, el orgullo se apoderó de él y el miedo le impidió continuar en ese camino hacia su felicidad.
No quería reconocer lo mucho que extrañaba a ese gran amor, y se conformaba con observar fotografías y recordar los millones de momentos que pasaron juntos sin temor a nada, porque lo único que importaba era amar y sentirse amado.
Hoy, a sus 30 años de edad, lamenta haber escuchado tantas voces egoístas e infelices, y vuelve a recordar el por qué no quería crecer y seguir siendo adolescente, porque a esa edad no existen los miedos.