Against the Machine
Hace algún tiempo cuando escribía sobre cosas a las que le tengo miedo, hablaba de los horrores de la infancia, hablaba de duendes y algunos fantasmas, de morir y de viajar en avión; hablaba de lo terrible que me parece todo aquello que hay bajo la parte conocida de los océanos y de las gallinas gigantes o cualquier ave que atente contra mi integridad.
Pero, sin duda, ninguno de mis miedos se compara con la horrible sensación de ser pisoteado, golpeado o vulnerado por alguien que, en teoría, cobra un salario por “defendernos” y “protegernos”. Ahora que lo pienso mejor, creo que me aterra más ver una de esas camionetas pick-up que maneja la policía (así, en minúsculas porque han perdido la categoría hace mucho) que ver a un jinete decapitado o a un kraken saliendo del mar.
Me aterra pensar en que cuando regrese caminando a casa luego de una jornada larga en la oficina, de la nada aparezcan esos sujetos y, alardeando del poder que les hemos conferido, hagan algo que me lastime; me aterra pensar que se envalentonan más cuando frente a ellos tienen a un indefenso, que cuando enfrentan a los maleantes que nos quitan la paz y seguridad.
La policía no nos cuida, nunca nos ha cuidado y creo que, difícilmente, lo haga en el futuro cercano. La policía nos intimida y vulnera, golpea personas y las estruja, las colapsa bajo su bota negra y al final, lo único que el aliento es capaz de transportar es un “no puedo respirar”. El miedo nos cubre a medida que los golpes, jalones o maniobras torpes someten nuestros cuerpos… eso es terror.
Resulta también una falacia eso de que “la policía es pueblo uniformado”, porque jamás ha sido así. Una vez que se colocan las chaquetas azules y las gorras o cascos, ya no hay memoria de que en alguna ocasión estuvieron de este lado. Ellos no son del pueblo porque una vez que se anida una pequeña sensación de poder en sus cuerpos, se corrompen y sucumben ante todos los males.
Tengo miedo. Honestamente me da miedo la policía porque no está preparada para esto o para aquello. Me da miedo saber que allá afuera hay personas que sin suficiente racionalidad o preparación, están cumpliendo órdenes sin cuestionar, sin pensar y sin importar sobre quién tengan que pasar. Me aterra pensar que una noche camine de regreso a casa, y me aborden para “inspeccionar” mi andar o lo que llevo en las bolsas.
La policía no nos cuida, nunca lo ha hecho ni lo hará, y prueba de ello son los grotescos actos ocurridos el lunes aquí, en esta capital, a unos metros apenas de esta casa editorial; actos torpes y despiadados en contra de una persona mayor, una persona que en su terror y desesperación sólo podía gritar: “Me lastiman, no puedo respirar”.
¡Esto no tiene que pasar una vez más!
Postdata: Se debe aclarar que no basta con investigar a los “agentes”, sino preparar mejor a las corporaciones y exigir altos estándares de calidad. No puede ni debe permitirse una acción así de nuevo.
Mi Twitter: @CamaradaEslava
Mi correo electrónico: osmareslava@plazajuarez.mx/historico/historico