ALFIL NEGRO

LLUEVE…LLUEVE…

De pronto empezó a llover como si el cielo se rompiera y toda el agua que guarda se soltara en cataratas sobre Pachuca, en una caída de agua continua anunciada por cierto, por Protección Civil con varias horas de anticipación que valiéndose del boletín respectivo del clima de la comisión Nacional del Agua CONAGUA cuyo delegado en Hidalgo es el ingeniero Benjamín Rico, a quien algunos no le perdonan que sea exitoso, pidió a la ciudadanía tomara medidas preventivas sobre este aguacero, sobre todo a quienes viven por el sur de la ciudad capital porque el aguacero venía en serio y más valía esta preparados para este fenómeno, que tal como lo dijo el titular de protección civil de Pachuca Enrique Padilla llegó en tiempo y forma.

 

Son sin duda los apoyos modernos que los satélites permiten a las autoridades , en este caso a Protección Civil, tomar medidas preventivas y decirle a la población que estén preparadas para este tipo de hechos que antes generalmente les tomaba de sorpresa total.

Ahora no, se sabía con muchas horas de anticipación, incluso se aviso por radio a la ciudadanía que iba a caer un aguacero muy fuerte, se les dijo porque zona de la ciudad, iba a ser más fuerte y qué tipo de medidas se debían de tener en cuenta para que no hubiera consecuencias que lamentar.

Son los nuevos tiempos. en que la ciencia nos da esa oportunidad siempre y cuando hagamos caso.

A autoridad, le da la oportunidad de estar listos para acudir con tiempo y con eficacia en apoyo de la población, pues sabiendo cómo viene el agua, tienen la oportunidad de estar listos con instrumental y con personal suficiente para atender las urgencias si se presentan.

Es la parte .digamos buena, de parte de quienes tienen la tarea de auxiliar a los ciudadanos que así lo requieran, en estos casos en que las lluvias provocan o pueden provocar inundaciones en el peor de los casos o simplemente encharcamientos en las calles o bulevares de la ciudad como ya parece tradición en nuestra ciudad capital.

EN LOS PUEBLOS LOS AGUACEROS…

Tienen otra lectura.

Se convierten en fuente de vida y en la oportunidad para las siembras, de tal manera que no molestan y por el contrario se les ve como una bendición, sobre todo en las tierras que son de temporal y dependen de las lluvias como tales.

El campesino agradece la lluvia porque sabe que de ellas dependen las buenas cosechas y la vida misma.

No molestan, y por el contrario, por lo menos en el pueblo donde naci los campesinos regresaban del campo, protegidos de la lluvia pero contentos con sus capisallos, una especie de armadura-abrigo , que los protegía de la lluvia y que los convertía en guerreros del campo, como figuras fantasmagóricas que en la memoria de un niño adquirían estaturas de gigantes y de leyendas.

No les importaba mojarse, porque el agua les representaba que sus cosechas serían buenas y así se alegraban.

En cuanto a los niños del pueblo, la lluvia era motivo de regocijo, porque el agua de lluvia creaba arroyos que bajaban por las calles del pueblo y por ellos se daba la oportunidad de poner los barquitos de papel que se iban en un viaje que pensábamos terminarían en el mar muy lejos, en un país donde alguien los guardaría para convertirlos en barcos de verdad.

El otro juego era ver caer las gotas y ver como se convertían como en casitas de cristal.

Y verlas una y otra vez, y así mil veces sin cansarse mientras la lluvia caía, en un juego en el que el cielo y la lluvia era la medida.

De esto hace tantos años.

Que hoy recordé porque la lluvia cayó sobre Pachuca y me dio la oportunidad de recordarlo, porque finalmente los barcos -niños nunca terminan su recorrido rumbo al mar y siempre navegan en los riachuelos de la lluvia que se forman toda nuestra vida con agua de los aguaceros , de las nubes o de nuestras lágrimas.

Me gustaba ver caer las gotas de lluvia y verlas convertirse en cristales que luego rodaban por la calle o en casitas mágicas que se desvanecían con la brisa.

Después uno crece y se da cuenta que la vida es distinta.

Pero sigo convencido que mis barcos de niño siguen navegando rumbo al mar, en un viaje sin retorno, y que tarde que temprano llegarán a su destino.

Entonces estaré tranquilo.

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