Realpolitik

HOMO POLITICUS

Entre lo legal y lo fáctico, la clase política a nivel internacional hace lo que se le hinchas sus pelotas.

 

 

Congresos y parlamentos no contienen ni la voz ni la voluntad de los ciudadanos, son ínsulas diferidas de intenciones concretas, pero no siempre abiertas, de grupos de interés y con intereses concretos que como elites del poder se protegen y protegen intereses tanto nacionales como internacionales de acuerdo a sus alianzas económicas y políticas.

 

Si alguien piensa que las elites de poder tienen un carácter nacionalista o bien, defienden condiciones nacionalistas, esto es poco menos que una monserga para ilusos e ingenuos. En términos estrictos, el nacionalismo para los grupos de interés y sus elites, el nacionalismo es funcional a sus intereses, no tiene un sentido de afecto patrio.

 

En este contexto de Realpolitik, baste con mirar cómo se han manejado las riquezas de los pueblos y cómo han sido apropiadas por pocas manos para distinguir que no hay pueblos, necesariamente pobres, sino que han sido empobrecidos y explotados por los que controlan el poder político en concreto, al Estado a su favor.

 

Pero, ¿por qué los pueblos no se revelan a sabiendas de este manejo político espurio?, la respuesta tiene más de una vértebra, en los hechos, el biopoder militar y policiaco del Estado es un elemento central para alterar la correlación de fuerzas; el sistema jurídico es otro; las costumbres y religión imperante suelen contener ello; los procesos de alienación, incluido los nacionalistas, son otros; la ignorancia es fundamental y la despolitización social.

 

Por otro lado, los seres humanos no son proclives al conflicto, en los hechos lo rehúyen; pero en los hechos también, los ciudadanos son atropellados con la ley en la mano y de manera fáctica se registran abusos de la clase política y sus gobiernos.

 

Lo peor del caso, estriba en que ante la omnipotencia del Estado poco o nada logran conquistar los ciudadanos, libran diversas luchas sociales, pero el desencuentro con el Estado es cotidiano, lacerante y evidente, cuestión, por la que no se puede prospectar un porvenir mejor.

 

 

 

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