UN INFIERNO BONITO

UN INFIERNO BONITO

“LA NENA”

En una de las casas de la vecindad de don Molina, en el barrio de La Palma, las cosas se le ponían a peso a María “La Nena”, pues su mamá, la señora Chona, la encontró en el callejón oscuro, echando abrazos y besos con el Greñudo. Lo correteó a pedradas y a ella se la llevó de las greñas, atizándole de madrazos donde le cayeran.

  • Ya te dije, una y mil veces, que no te quiero ver con ese vago, es un borracho mujeriego. ¿Qué no te das cuenta de que sólo te quiere ver la cara de pendeja?
  • ¡Tú ves las cosas mal, mamá! Beto me quiere mucho, me dijo que va a venir a pedir mi mano.
  • Que no se atreva porque le rajo cuanta madre tiene, lo único que buscan esos güeyes es empanzonar a las babosas como tú.
  • No mamá, Roberto dejó el vicio, anda buscando trabajo.

–    Rogando a Dios no encontrarlo; a otro perro con ese hueso, mírale el hocico de oso hormiguero que tiene de tanto chupar, si de verdad te quisiera como novia, no te tuviera en lo oscuro, bien pegada y dándote unos besotes con la boca abierta.

“La Nena” se fue a un rincón de la casa, se sentó muy pensativa, llorando en silencio, la señora fue a darle una cachetada.

  • No me dejes con la palabra en la boca, cabrona, no lo vuelves a ver y punto.

María “La Nena”, se le puso al brinco:

  • Fíjate que soy mayor de edad, y puedo hacer de mi vida lo que quiera.
  • ¿Quién te dijo esas pendejadas? Soy tu mamá, y puedo rajarte la madre cuantas veces quiera.
  • Así dice la ley.
  • ¡La ley! No me has reír, por favor, la ley no te da de tragar, ni tampoco te cuidó cuando eras chiquita, si no quisiste seguir la secundaria fue por pinche burra, al igual que tu padre, ya nada más les falta rebuznar.
  • Me voy a casar con él, quieras o no.

La señora Chona le boxeó, se le cerró en corto, tirándole un gancho al cuajo, que la tumbó, y le dio de patadas.

  • Ya déjame, no me pegues, cuando venga mi papá le voy a decir que le abriste la cabeza a mi novio de un piedrazo, y me golpeaste.
  • Díselo, y delante de ti les rajo la madre a los dos.
  • Verás cómo en la primera oportunidad me voy con mi novio.
  • Ya cállate el hocico, o te lo reviento, desde este momento, para ti te voy aplicar el toque de queda; no puedes salir después de las 6 de la tarde, si vas al pan que te acompañe tu hermano, ya tiene instrucciones de que cualquier intento de fuga, te traiga de las greñas, estás enterada o te lo hago por escrito.

“La Nena”, que estaba decidida, se le enfrentó, sabiendo a lo que le tiraba.

  • Así cierres como la puerta negra, con tres candados y la remaches, buscaré la forma de salir.
  • A mí no me amenaces, porque me cae que te voy a amarrar de las pinches patas.

La Nena recibió otra madriza, que ya tenía los ojos cerrados, y la trompa de puerco, pero no se le quitaba lo respondona; los gritos llegaron a la casa de su madrina Petra.

  • ¿Qué le pasa, comadrita? Mire nada más cómo dejó a mi ahijada.
  • Se lo merece, se me pone al brinco como si fuéramos iguales.
  • ¿Qué le hizo, comadre?
  • Encabronar; quiere andar de novia con el Greñudo; hace rato los fui a separar, parecían siameses.
  • Es un buen chico, comadre; su mamá no sale de la iglesia, y le ha dado buena educación; no lo tome a mal, deje a mi ahijada, que tenga novio, ya ve lo que me pasó con mi hija, no la dejé que anduviera con “El Roñas”, se le pasó el camión y quedó soltera; se le hizo un genio de la chingada; en el barrio le dicen “La Culpa” porque nadie se la quiere echar.
  • Yo sigo en la misma posición, y tengo palabra de honor; digo que no, es no.

“La Nena”, al ver que tenía defensora de oficio, se le puso muy macha a su jefa:

  • Lo que pasa es que estás dolida, no quieres a mi novio porque dicen las malas lenguas, que su papá fue tu novio, no se casó contigo porque le andabas dando vuelo a la hilacha, y te quieres desquitar con nosotros.
  • Ah, cabrón, ¿quiénes son los difamadores? Para irles a reclamar. ¡Y tú cállate el hocico! No lo vuelvas a mencionar. “La Nena” se lo repitió y la señora, le dio un madrazo, que se lo pegó en la nariz, y comenzó a sangrar; la muchacha se escondió atrás de su madrina para protegerse, y no le siguiera pegando.
  • Ya cálmese, comadrita por favor; mire cómo la ha dejado, yo creo que si la ve así “El Greñudo” no la va a querer; además si sabe la policía cómo trata a su hija, la pueden meter al bote.
  • A mí la policía me la Pérez Prado; hágase a un lado, comadre, no le vaya a tocar un chingadazo, por venir a meter su cuchara. Estoy que me lleva toda la grosería.
  • No me desconozca, recuerde que nos une el lazo sagrado de compadrazgo; me voy a llevar a mi ahijada a la casa, y después hablamos.
  • Se lleva madres; ahora va con usted, me voy aventar un callo porque estoy como agua para pelar pollos.

Le bailaba como boxeadora profesional, con guardia izquierda, y cuando le iba a aventar un madrazo a su comadre Petra, la salvó la campana, porque entró su viejo “El Chupín”.

  • Cálmate, pinche vieja loca. ¿Qué te pasa? ¿Por qué quieres madrear a mi comadrita?
  • Tú no te metas, cabrón, esto es asunto de faldas; atórele comadre.

“El Chupín” le dio un aventón a su vieja, que cayó de nalgas, que hasta las patas paro, y se disculpó con su comadrita:

  • Perdónela, comadre; no tengo palabras para disculparla, pero se me hace que no la vacunaron de chiquita y le dio la rabia.

Su comadre se llevó a María “La Nena”, y se sentaron “El Chupín” y la señora Chona, a dialogar, y cuando buscaron a “La Nena”, se había pelado con “El Greñudo”.

Doña Chona, al saberlo, estaba que reventaba por dentro; se paró, caminando como torero, muy salerosa, entró a la casa de su comadre y le dio de cachetadas; a su viejo, un faul, que se revolcaba de dolor.  

  •  A ver, demuéstrenme que ese güey no estaba de acuerdo de llevarse a la chamaca; lo que pasa es que ustedes ya tenían un plan de discutir para que en un descuido el otro mendigo se la llevara; pero ahorita salgo a buscarla por cielo, mar y tierra, y cuando los encuentre los voy a descuartizar.

La cosa se estaba poniendo color de hormiga, cuando, de momento, entraron los padres del greñudo, acompañados de “La Nena”, y le dijo a doña Chona:

  • Señora, con todo respeto, venimos a pedir la mano de su hija, mi hijo Alberto, es un muchacho trabajador, desde hace años ha trabajado como negro, tiene su ahorro para darle todo lo que merece, ya tiene casa del Infonavit, todo para la fiesta, y dinero para la luna de miel, ¿qué le pela?

Dijo la señora:

  • Pues yo soy como Santo Tomás: hasta no ver no creer.
  • Pues hágale como quiera, señora, yo vengo en son de paz. Todo por la buena, pero si quiere guerra, la va a tener.

Se fueron sin decir adiós, se casaron y eran muy felices. Un día llegó “El Chupín” y la señora se la quiso hacer de pex, pero le salió el tiro por la culata: la corrió de su casa, dejándola afuera; se quiso meter, pero estaba cerrada como la puerta negra. La Nena se casó, vive muy feliz con su “Greñudo”, que tiene a su suegra de criada, para que se le quite lo hocicona.

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