
Un viejo amor
Degustaba tranquilamente unos tacos de canasta, el día se sentía flojo, no quería preparar el desayuno, así que alistó rápidamente para alcanzar aún en servicio el puestecito con su gusto culposo.
Vestía ropa deportiva, y aunque no tenía ganas de maquillarse, en el último momento decidió darse “una manita de gato”, una sensación extraña en el estómago fue la que la impulsó a embellecerse repentinamente.
Afortunadamente llegó a tiempo al lugar, hizo fila para hacer su pedido, una vez con la comida en las manos regresó a su carro para desayunar tranquilamente y mientras degustaba pensaba en los pendientes que debía cumplir en el resto del día.
Después de aproximadamente una hora, concluyó con su desayuno, salió de un automóvil y nuevamente hizo fila para entregar el plato y pagar la cuenta, en tanto esperaba observó frente a ella a alguien conocido.
Varios minutos estuvo observando, no había dudas se trataba de un antiguo novio, un viejo amor de universidad y con el que nunca concluyó el ciclo, pese a que no hubo una ruptura dolorosa, ambos desaparecieron sin dejar rastros.
Estaba muy nerviosa para dirigirse hacia él y preguntar qué había hecho de su vida, sin embargo el intercambio de miradas dejó más que claro que ambos se habían reconocido, y que los recuerdos habían regresado; pagó la cuenta y simplemente se dirigió a su carro, y emprendió el camino hacia su destino.
Después de unos días, en un espacio destinado para revisar sus redes sociales, observó en el apartado de sugerencias de amistad a ese antiguo novio, tal vez fue coincidencia o podría ser el destino.
Ahora sí no lo dudó, envío solicitud de amistad, misma que fue respondida de manera casi inmediata, ella esbozó una sonrisa y sus ojos brillaron en silencio, ya son amigos, aunque hasta el momento, ninguno de los dos ha mandado el primer saludo o iniciado la conversación.