LOS REYES MAGOS
La noche del seis me acuerdo
cómo costaba dormir,
porque al fin niño de plata
esperaba que ya tarde
pudiera ver a los reyes
y con ellos platicar.
Alguna vez creo haber visto
a Baltasar en camello
con regalos en las manos
y luces en su turbante,
estrellas dulces brillando
para luego despertar.
El pueblo donde fui niño
no tenía juguetes caros,
pero igual por la mañana
todos los niños corríamos
con una pelota nueva,
un coche solo de lata,
o un trompo loco de baile,
y las horas se pasaban
mientras alguien nos contaba
que había visto al elefante
y cómo los Reyes magos
le dejaban un juguete
todo lleno de ilusión.
Mi madre me dijo un día
que tenía juguetes pobres
Porque el rey que me tocaba
era el más pobre de todos
pero rico en ilusión.
La verdad lo que llegara
me alegraba todo el día,
sobre todo el día de Reyes
en que un coche de lata
era un sueño de alegría,
y una luz que se prendía
en mi corazón de niño,
campana que no se apaga
luna rodando en el cielo
y golpeteo de tambores
que no paran nunca más.
Pero en mi alma de niño
de pueblo rico en mazorcas,
y una laguna con patos,
hay un juguete que tiene
toda la historia vivida,
porque ese juguete magia
me lo construyó mi padre
con más amor que finezas
pero que nunca lo olvido.
Era un caballo de magia
En el recorrí las nubes,
volé por sobre los cerros
y estoy casi seguro
que una noche en ese tiempo,
montado en ese caballo
he llegado hasta la luna,
Y en un vuelo de estrellas
encontré para mis niños
sonajas cometas locas
Y zapatitos de estambre
volando en ese caballo.
Y era un caballo sencillo
Ni siquiera de madera,
era una caña del campo
que mi padre hombre de surco
la cortó para su niño,
le ató un lazo en una orilla
y en sus manos milagros
la convirtió en un caballo
para recorrer el mundo.
Y ahora que ya soy grande
Cómo añoro esos milagros,
de traer para mis niños
otros caballos de caña
para mirarlos felices
como yo fui esa mañana.
Mi caballito de caña…
un regalo de mi padre
que en ese mismo caballo
se fue para no volver.